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Fotografía Roldan Rosero |
Si quiero pensar en la Danza, quiero pensar en ese
ser olvidado que alguna vez hizo que la vida fuera movimiento. Porque la Danza
está en las cosas que viven. Tengo la impresión que es ahí donde puedo
descubrir ¿Por qué la Danza?
Si me preguntan ¿Qué es la Danza? que por cierto,
nadie lo ha hecho, tendría que responder con otra pregunta ¿Qué Danza? ¿La que
se ve a sí misma como la cúspide de las posibilidades del cuerpo? esa es
fácil. Se responde sola. Su referencia es el espejo. No tiene preguntas, solo
regodeo en la idea del otro. No tiene problemas, solo respuestas asombrosas. No
se argumenta, porque es la que dicta el sentido común. Tiene escalas para
medirse, números para contarse, obsesiones para complacerse. No tiene límites,
en tanto alcanza hasta donde llegue la red del hombre. No se entiende sino en
consonancia con lo único. Puede, cómo no, decirnos: Eso no se baila así.
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Fotografía Roldan Rosero |
Y si el que pregunta es el silencioso observante:
¿Puedo danzar?
Si me preguntaran a mí, que nadie lo ha hecho por
cierto, respondería: Que es en la Danza, donde está la posibilidad de ser en el movimiento. Y que
esto sucede, porque es la Danza la que continuamente se pregunta por esta
posibilidad de ser. Es en la pregunta, donde existe la posibilidad del recuerdo
y el olvido de los potenciales destinos del mundo y sobretodo la certeza del
origen, como la danza de Dios.
Rafael Nieves