1.- Siempre he tenido la
sensación de estar haciendo cosas inservibles. Algo así como ser el depósito de
haberes sin importancia. Mentira, imagino que no fue así siempre. Que alguna
vez quise ser médico, bombero o mecánico, como si hubiese alguna distinción entre los
hombres. Una especie de mejoría en la existencia de nuestra desorientada
condición de seres abandonados a su capacidades.
![]() |
Fotografía Victor Alexandre |
También he habitado espacios
desde los cuales se podría construir un ser en apariencia más sólido. Al
principio me entregaba con pasión primeriza, como amor adolescente, para luego
terminar harto de tanta nada. Vacío. Como en el camino de otros. Donde en
apariencia era más útil, era más triste, más desganado. Inclusive cuando ya
quedé solo por mi ineptitud para decidir algo productivo, continuaba fallando-me.
Nunca pude convencerme de lo importante que podría ser si tan solo no me
asfixiara tanto. Todo un fracaso. Nunca pude entender la importancia.
2.- Hay algo muy complejo que sigue
siendo un misterio para mí. Cómo es posible que mi interés siempre despierta en
aquello que menos me trae beneficios. ¿Qué turbiedad me hizo transitar sin
dudarlo, de la senda del bienestar y la estabilidad, a esta vida de precariedad
y pocas certezas? ¿De dónde salió tanta fuerza? Todas las tristezas y vacíos no
han sido suficientes para hacerme desistir. Todas las soledades. Una vocación
dicen. ¿Qué brujería es esa?
Cómo es posible que mis
nociones del antes se organicen en torno a cosas inútiles que fui acumulando
sin saber y ahora son eje de lo que soy. ¿Quién reagrupo a esa gente y a esas
cosas? Como sin quererlo fui llenando el saco de tonterías (así literalmente
tontas), cosas sin importancia que ahora resultan tesoros del hacer y la
experiencia. Cimientos, bases para constituir-me, valorar-me, crear -me. A
veces, hasta me pagan por eso.
3.- Si algo me da miedo es esa
ineludible condición de diferente, tan mía como de todos, pero que en algunos
casos se ve más pronunciada. Nunca me fue ajeno que todos somos distintos y sin
embargo habiéndome esforzado tanto por formarme un ser resistente, auténtico,
incluso sobresaliente, me haya decantado por un yo más vulnerable. Ahora bien,
nunca, pero nunca me ha faltado quien refuerce el dolor que produce haber hecho
esa elección. Sin embargo algún raro empeño me hace despreciar el estado de
seguridad. Las certezas. Como diría uno con miedo, lo fácil.
![]() |
Fotografía Victor Alexandre |
4.- Ya no tengo miedo de
escuchar que lugar creen que ocupo en la escala. No me importa que piensen que mi
trabajo es de segunda o es una construcción menor. Tampoco le tengo miedo a los
que muestran los dientes, porque los míos siempre comen con hambre. Mi piel no
se desgasta, se curte. No me importa quién me suma en su estadística porque sé
quién es nosotros. Mi mesa es humilde pero sé quién se sienta conmigo.
![]() |
Fotografía Humberto Duque |
5.- Miedo da el silencio y la soledad de sí mismo, que
aturde como la nada. Yo, como no puedo concebir la existencia como una
justificación en sí misma para la vida y como no soy solo en la incertidumbre, me lanzo feroz con los míos hacia la
develación del misterio.
Rafael Nieves