lunes, 25 de abril de 2016

¿Por qué la danza?

Fotografía Roldan Rosero
Creo haber escuchado alguna vez, que cuando Dios creó el mundo lo hizo bailando. Y que las partículas que salieron se aparearon y engendraron nuevas formas danzantes de vida. Y que entre cópula y danza el destino del mundo se llenó de gentes distintas y distintos pareceres. También que en virtud de no sé qué torpeza, hubo gente que prefirió guerrear en vez de amar y fueron tiempos malos para los cuerpos, que están hechos para encajarse los unos en los otros. Pero al rato ya alguien descubría que lo de uno no es estarse quieto y volvía el relajo, el disfrute. Así Dios se estuvo quieto, espectador extasiado, bien porque descubrió que no le hacía falta intervenir, bien porque no tenía con quien restregarse. Tan quieto que se volvió silencio. Se volvió olvido.

Si quiero pensar en la Danza, quiero pensar en ese ser olvidado que alguna vez hizo que la vida fuera movimiento. Porque la Danza está en las cosas que viven. Tengo la impresión que es ahí donde puedo descubrir ¿Por qué la Danza?

Si me preguntan ¿Qué es la Danza? que por cierto, nadie lo ha hecho, tendría que responder con otra pregunta ¿Qué Danza? ¿La que se ve a sí misma como la cúspide de las posibilidades del cuerpo? esa es fácil. Se responde sola. Su referencia es el espejo. No tiene preguntas, solo regodeo en la idea del otro. No tiene problemas, solo respuestas asombrosas. No se argumenta, porque es la que dicta el sentido común. Tiene escalas para medirse, números para contarse, obsesiones para complacerse. No tiene límites, en tanto alcanza hasta donde llegue la red del hombre. No se entiende sino en consonancia con lo único. Puede, cómo no, decirnos: Eso no se baila así.

Fotografía Roldan Rosero
Pero ¿Y si es la Danza la que se pregunta por usted? A ver, cuénteme ¿Donde quedó su cuerpo? Si se pregunta por cosas como por ejemplo, ese momento iniciático de partículas danzando y reproduciéndose, dándose a sí mismas la vida. En ese momento, el de reproducirse por ejemplo: ¿Usted Danza? Piense, la Danza le pregunta por esos momentos donde el movimiento adquiere cierta "gracia" o su opuesto. En ese momento de Danza, ¿está el ser olvidado? Silencioso, observante.


Y si el que pregunta es el silencioso observante: ¿Puedo danzar?

Si me preguntaran a mí, que nadie lo ha hecho por cierto, respondería: Que es en la Danza, donde está  la posibilidad de ser en el movimiento. Y que esto sucede, porque es la Danza la que continuamente se pregunta por esta posibilidad de ser. Es en la pregunta, donde existe la posibilidad del recuerdo y el olvido de los potenciales destinos del mundo y sobretodo la certeza del origen, como la danza de Dios.
Rafael Nieves