Quiero una mata de mango/ y un patio para sembrarla/ y un columpio
para colgarlo/
y una reja para cuidarlos/ y una escopeta para espantar a los vivos/
y un poco de sal para espantar a los muertos y comerme los mangos verdes.
1.
Azabache era un perro negro de raza desconocida que acompañó a mi amiga durante
su infancia en Margarita. Me cuenta que sólo le bastó con morder a uno de los
integrantes de la familia para ganarse una muy bien merecida fama de perro bravo. Al parecer fue a una de las
niñas. Pero seguramente no fue tan duro, ni tan violento, porque de lo
contrario no hubiese sobrevivido para este cuento. Ese de cuando una tarde algunos
años después, se escapó en medio de quién sabe qué descuido familiar. Y se dio
un paseíto por la cuadra. Donde todos sabían de él. Y de la vez que mordió a la
niña. Mi amiga recuerda como todos huyeron despavoridos. Se metieron a sus casas.
Cerraron las puertas. Aunque todavía quedaba un sol suficiente de esas
tardecitas sabrosas de sombra y brisa fresca. Y gente que saludar. Y pelota, y
bicicleta, y juego de La Ere a mitad
de camino. Mientras duró el incidente, la calle fue de Azabache. Cosa que pudieron
comprobar fácilmente todos aquellos que desde la ventana de la sala apartaron
la cortina para asomarse y observar cómo se dedicaba a recorrer la acera de un
extremo a otro. Sin que nada le importara. Sólo olisqueando, metiendo la trompa
entre los arbustos y las rejas. Levantando la pata de vez en cuando. Incluso
cuando ya no le quedaba orine. Maravillado de ese mundo nuevo que había
descubierto. Donde seguramente él era el único que no entendía porque estaba
solo.
2. A
Rocky mi abuelo lo tenía amarrado en el patio durante el día. Debajo de su
techo no entraba nada que no fuera de él. O de mi abuelo. Entre los nietos (que
éramos varios) circulaba la leyenda de que Rocky descosía pelotas de beisbol.
Les arrancaba el cuero. Y que una vez le sacaron con un palo de escoba una bola
de pelo y carne y hueso que alguna vez fue un rabipelado (Zarigüeya común) que desafortunadamente
había caído en sus dominios. Mi abuelo tenía por costumbre soltarlo ya tarde
para que hiciera de vigilante nocturno. Después de eso ya uno no podía salir al
patio. Pero un domingo a media mañana, uno de mis tíos había sacado las
cornetas. La música festiva anunciaba una tarde de tertulia familiar
con comida y primos y gente rasguñada y Merthiolate. Nunca imaginé que iba a
ser el primero en salir a jugar. Corriendo feliz de nueve años, para arrancar
la jornada de muchacho sudado y patio que no tenía en Caracas. Tampoco me
imaginé que Rocky podía soltarse. Como en una película de terror tipo cine B,
al cruzar corriendo la puerta del patio me encontré de frente con Rocky. No
recuerdo cuanto duró el suspenso previo a la escena de violencia. Pero sí sus
patas en el pecho y haber frenado su hocico con el brazo izquierdo. Sobre sus
dos cuartos traseros alcanzaba casi mi tamaño aunque la verdad era más bien
regordete y de patas cortas. En medio del forcejeo, también recuerdo haber
gritado con todo mi arsenal, pero la música como en toda buena película de cine
B superaba con creces mis berridos. Cuando nos encontraron, Rocky me zarandeaba
la mano izquierda atrapada entre los dientes y yo me dedicaba a pegarle con un
zapato de goma que se me había salido en medio de la trifulca, con el mismo intentaba apagarle el ojo a ver si me soltaba. Como es de esperarse
lamentablemente ese domingo familiar terminó en antitetánica y llanto a moco
suelto. A Rocky me enteré, tuvieron que ponerle una cadena reforzada. Y de ahí
en adelante, su sola mención entre mis primos y yo ya no sólo generaba el interés
misterioso de guardián de la noche. Habíamos pasado del respeto matizado por
los cuentos que inventábamos, a un miedo muy concreto por los dientes de perro
y las vacunas antirrábicas.
3.
Esta mañana en medio del trajín cotidiano y el transporte público me distraje
escuchando cómo un reconocido locutor hacía esfuerzos redoblados para
invitarnos a todos a levantar el ánimo ante la situación-país que vivimos. Si es que puedo permitirme llamar de
ese modo esta desgracia que padecemos. En su programa, entre bromas y alguno que
otro esfuerzo por decir algo serio, argumentaba que no resultaba
psicológicamente sano, socialmente hablando, entregarnos como ciudadanos a la
rabia y el desespero. Y entre todas las analogías más o menos populares que
utilizó para acercarse a nosotros su audiencia, dijo en algún momento algo parecido
a que no podemos vivir siendo cómo perros
de azotea. Interpreto yo, que se refería a esos sabuesos confinados a los
techos de las casas, desde donde se dedican la mayor parte de su tiempo a
ladrar sin parar a todo aquel que pase cerca de la vivienda. De manera estéril.
Es decir, sin lograr nada en absoluto. Y es que a ciencia cierta, no sabemos
qué les produce a esos animales el encontrarse ante dilema por un lado de vivir sobrellevando algo que les perturba y que está fuera de su campo de
acción, y por el otro saber a través de alguna forma de instinto de preservación (que
tampoco entendemos del todo) que no sobrevivirían a la caída si se lanzan,
aunque he sabido de algunos que saltan. Y pensé que hoy ese perro de azotease podría llamar Rafael.
4. Pienso
que si fuera locutor también le recomendaría a la gente que no fuera como
Rafael (el perro de la azotea). Sin embargo, debo confesar que también podría
extenderme arguyendo que muchos deberían dejar de ser Rocky. Y tal vez nuestra situación-país no sería tan extrema. Claro
que tendría que verme en la obligación de sintetizar que es ser Rocky. Decir por ejemplo que su característica fundamental es morder y punto. Y que te
tengan amarrado. Y que te suelten para que claves los dientes a diestra y
siniestra, con la única excepción claro está de quién te da pobremente de
comer o te mantiene sujeto bajo el techito tuyo, donde sólo él puede meter la
mano y los demás somos Didelphis
Marsupialis (Zarigüeyas comunes), es decir seres dispuestos a tomar la
forma de una bola informe compuesta por pellejo, pelo y cartílago masticado dependiendo
de lo que te pongan a cuidar. Lo que te den a repartir o la lista que debas
llenar. Aunque nunca se sabe, porque desde la azotea o detrás de la cortina uno
termina por no enterarse si el perro en verdad muerde o solamente necesita un
espacio más grande para correr, sentir el fresco de la tarde sin la correa
apretándole el pescuezo y un sitio digno para hacer sus necesidades.
1.
Tengo en mi nevera un imán decorativo que me recuerda diariamente un viaje
realizado hace ya diez años a la ciudad de Barcelona en España. De ese periplo
recuerdo un encuentro de improvisadores en el espacio La Caldera del cual hicimos
parte, los paseos por el parque Güell y demás obras de Gaudí, las presentaciones
de los amigos en La Casa de la Danza: Mercat de les Flors y una fantástica paella
que tuvimos el placer de disfrutar gracias a la invitación de Iliana León que fue desde Madrid a ver a su
hermana que viajaba conmigo. También atesoro el maravilloso recuerdo de cómo
resultaba más económico una botella de vino que beber agua con el almuerzo
(cosa que hice religiosamente durante toda mi estancia). Las siestas obligadas
de toda la ciudad después de tan dispendiosos almuerzos y ya en una mezcla de
disfrute y trabajo, nuestra asistencia a una exposición llamada Bodies Revealed,
la cual para mi total estupor, consistía en una colección sumamente
extensa de restos humanos que aseguraba mostrar, desde una perspectiva completamente
científica, todo tipo de órganos entre los que se incluían músculos, huesos y
una enorme piel humana extendida en su totalidad sobre un mesón muy grande,
perfectamente conservada y en un ambiente totalmente protegido.
2.
Decía que desde hace diez años hay sobre la puerta de mi nevera un imán
decorativo alusivo a la exposición Bodies. También tengo desde ese tiempo un
catálogo perfectamente conservado de la exposición, con el cual sustituí al
llegar a Caracas, mis viejas láminas plastificadas con las cuales solía impartir
una pequeña charla introductoria en mis clases de exploración corporal. Estas
láminas las había comprado por lo menos cinco años antes en alguno de nuestro
viajes de danza a México. En las mismas se encuentran sintetizados a través de
dibujos el sistema muscular, el circulatorio y lo que mis muy queridos amigos
mexicanos llaman, el sistema esquelético. Que por cierto era el que más
utilizaba debido a los diferentes conjuntos de huesos y
articulaciones a los que hacemos continua referencia durante nuestras clases. Práctica
heredada claro está de nuestro muy admirado y querido maestro Jeremy Nelson,
aunque mucho más prácticas ya que las mías son unas escasas láminas y no el Albinus on Anatomy de Robert Beverly
Hale del cual se valía Jeremy para hacernos entender donde queda el psoas o la
inserción del fémur en la cadera que es lo mismo que decir acetábulo. Aunque
debo confesar que el amor de Hilse por Jeremy y los libros, trajo hace ya
varios años un Albinus a vivir
nuestra casa.
3.
Obviamente, cualquiera que me conoce podrá deducir fácilmente que mi charla
semestral sobre la alineación postural en la cual me asistía con mis láminas
mexicanas tomaron un rumbo diferente, al cual se sumó la experiencia de haber
visto Bodies Revealed. Y no es que antes no hiciera uso del anecdotario para
decorar cómo había obtenido en una gira maravillosa que nos llevó desde Mérida
Yucatán (donde sí, hace mucho calor a diferencia de nuestra Mérida, y tiene
pirámides Mayas, y la gente va a los cenotes en vez del río (que son cuevas con
lagos subterráneos infinitos donde no se toca fondo y el agua viene abajo de la
tierra) y donde para rematar la gente también hace danza contemporánea) hasta
Ciudad de México donde en una tiendita cerca de una avenida llamada República
del Salvador, vendían estas maravillas de láminas para que los muchachos en el
colegio aprendan sobre el cuerpo. No es que no tuviera cuento que echar, es que
ahora al haber visto cuerpos reales y las láminas del catálogo que son otra
maravilla de fotos a color donde la mitad del cadáver todavía tiene la piel y
la otra parte es puro hueso y por si fuera poco está en una postura cotidiana.
Y claro que en algún momento alguien decía que era tenebroso o asqueroso o nos
lanzábamos una discusión filosófica sobre si yo me dejaría montar en un tarantín
ya echo momia para que alguien pagara una entrada y pudiera verme algo más que
desnudo.
4.
Sorpresivamente dos años después de aquella experiencia Bodies anunció su venida
a nuestro país. Al principio fue el júbilo de pensar que los muchachos podrían
ver ellos mismos con sus propios ojos, todo aquel aparataje fantástico del cual
habíamos conversado en distintas ocasiones. Incluso llegamos a pensar en
organizar una especie de paseo grupal como en los colegios, en el cual
podríamos hacer un esfuerzo común para conseguir un transporte que nos llevara
juntos y si se podía comprar las entradas por adelantado. Quizás hasta con un
descuento debido a nuestra condición de estudiosos universitarios del cuerpo.
Imagina, organizar incluso una especie de cotillón donde cada cual pudiera
conservar para sí su propio folleto ilustrado y hasta un imán como el mío, para
su nevera. Si es que la tenían. Por supuesto que en ese momento nadie contó con
el escándalo causado por la bendita exposición. En cadena nacional se
cuestionó no sólo el origen de los despojos humanos expuestos, sino el carácter
moral de la exposición en sí misma. Argumentos fueron y vinieron. Por un lado
se escuchaba tráfico de órganos, deshumanización en nombre del arte y la
cultura, acto macabro y barbarie. Por el otro los argumentos giraban en torno a
los más modernos procedimientos de embalsamamiento, legalidad absoluta en la
obtención de los cuerpos procesados en función del bienestar de la ciencia y el
arte, y por supuesto una lista enorme de lugares en el mundo donde Bodies
Revealed había obtenido los aplausos conjuntos de científicos especialistas,
críticos de arte y maestras de colegio. Lo cual como es de esperarse, marchitó
nuestras ganas colectivas de ver en persona la inserción de la cabeza del fémur
en el acetábulo y apreciar directamente el grosor del psoas en una mujer
caucásica de entre veinticinco y treinta años. Lo último que supimos fue que
los contenedores de la exposición estaban retenidos en el puerto de La Guaira,
lo cual para nosotros se transformó inmediatamente en un chiste que decía que
habían dejado preso a todo ese poco de muertos. Sin contar con que un año
después, en medio de un ambiente bastante conspirativo, estaban exhumando sin
contemplaciones los restos del padre de la patria.
5.
Sinceramente no puedo decir con especial interés, que exista en toda esta
historia algo que me haya marcado más que el haber visto extendida entera sobre aquella mesa, una piel humana. El cartel de la exposición correspondiente a ese
mesón rezaba casi literalmente: La piel, el órgano más grande del cuerpo
humano. Esta consideración sumada a la imagen que tuve al frente ha servido sin
saberlo durante mucho tiempo, como referencia a mi trabajo creador,
investigativo y docente. Porque si mi trabajo es sobre el cuerpo, y en el
cuerpo hay algo que es lo más grande, ¿Cómo pasarlo por alto?. Cómo podría ser
posible obviar ese órgano extenso (verdaderamente gigante), cuando se habla de
contacto. Imagino que para mis estudiantes y compañeros de danza escucharme
hablar sobre la piel y asociarlo a una totalidad debe referirlos a imágenes
concretas. Como cuando trato de expresarles que toda la piel toca. Que cuando
somos tocados estamos tocando y que no existen distancias entre eso y sentir.
Que no podemos escapar de la sensación cuando danzamos desde la piel. Que recibimos
y recibimos y recibimos sin parar, abundante información que podemos usar para
nuestra causa. La de producir cosas bellas. Movimientos, conexiones, éxtasis. Cuando
llegan corriendo de la calle a colocarse su ropa de trabajo. O cuando se bañan.
Cuando los miran, cuando no. Cuando ocurre de manera distraída y tocan. Por
delante, por detrás. Sus pies constantemente percibiendo y cuando por fin se
descalzan, y entonces descubren esas zonas menos sensibles porque tienen mucho
trabajo siempre. O cualquier otra zona más suave, más sutil pero también
más dolorosa. Imposible imaginar lo que piensan. Pero yo, casi siempre me asusto
un poquito cuando lo nombro al acto de tocar. Porque recuerdo esa pieza grande,
extendida sobre una mesa. Como La Piel de Zapa de Balzac. Y recuerdo que con
cada deseo se va encogiendo. Perdiendo su brillo, perdiendo elasticidad. E
imagino que nuestras ganas de tocar se podrían ir apagando a medida que vaya
desapareciendo. O tal vez no, y soy como el protagonista Raphael de Valentín. Sobre
todo en aquel deseo mío de volver a ver aquella piel inmensa. Y en el miedo de encontrarme
sólo con un pequeño trozo, uno que
apenas me alcance para irme yo también del todo en un deseo. Y morir igual que
él, mordiendo un pecho de mujer.
Tengo al igual que todos,
una cantidad enorme de formas de tocar. Algunas de las que más aprecio se
manifiestan de manera espontánea, cuando logro encontrarme en las condiciones
más adecuadas para hacerlo. Algunas otras, se encuentran irremediablemente
ligadas con la posibilidad de decir algo. De transmitir alguna cosa. Así ni siquiera
yo mismo me dé cuenta. Sin embargo existen unas cuantas para las cuales aún no
tengo nombre, y que para cualquier personaje distraído como yo, ocurren como
sin sentido. Incluso podríamos decir que pasan sin ganas. Esas formas de
contacto son las que generalmente asocio a un nivel más salvaje de convivencia.
Porque ya a estas alturas, es necesario admitir que más allá de donde termina
cualquiera de mis formas de autosatisfacción (que tengo muchas) mi percepción
táctil, es decir tocar, casi siempre me ocurre con los otros.
Decía sin embargo que esas
formas de contacto innombradas se dan de manera espontánea o no, se perciben
conscientemente o no, y son definitivamente necesarias nos guste o no. Por
decirlo de alguna manera, existen por su cuenta. Así mismo. En nuestros cuerpos,
que es igual que decir en nosotros. O lo que es mejor, entre nosotros. Generalmente dentro de sus usos
posibles está el prevenir impactos, así como también son útiles para administrar en los demás nuestra
presencia, o para medir distancias, e incluso se les podría atribuir una
dimensión parecida a la geo-localización o a la eco-localización o a ese estilo
tan nuestro de gritar un nombre al aire cuando se nos pierde de la vista un
muchacho chiquito en medio de alguna muchedumbre, con la certeza de que un
simple gruñido o respuesta monosilábica de su parte nos permitirá reconocer no
sólo donde se encuentra, sino incluso su salud, estado de ánimo o si tiene
hambre.
Entonces esta forma de tocar
no necesariamente pensada, ni inevitablemente expresiva en sí misma, ni siquiera
deseada, nos acerca a lo más rudimentario de nuestro extenso sistema de registro
y relación con nuestro entorno. Como las hormigas y sus antenas. Pero podría,
llegado el caso, constituirse como el punto de partida para cualquier otra
forma de construcción que pretenda profundizar en el reconocimiento del
contacto como forma expresiva. Ese toque casual que nos despierta del letargo
de la percepción distraída. De la obviedad de los empujones y recuestes. La
forma primigenia de enterarnos de la vida otra. Como ese momento de río fresco
y cenagoso cuando pisaste una cosa babosa que salió huyendo, o el tacto frío
del sapo escondido entre los corotos del maletero, e incluso esa supuesta piedra
que sentiste en el zapato y que cuando fuiste a sacarla se alejó de ti a toda
velocidad, despavorida, marrón y asquerosa. Vida que se manifiesta cuando se
mueve y te sorprende, y que entre humanos cultivamos día a día sin permitirle
demasiado crédito, porque que me va a aportar toda esa gente estorbosa en los ascensores, el transporte público o eligiendo verdura fresca en el mercado.
Siendo así, con el sólo
hecho pensar en ello, ya está ocurriendo. Ha ocurrido siempre. Y de este momento a
lo que sigue dependerá únicamente del que quiera tomarle el pulso, concederle
algún valor. Sin necesidad de cambiar nada en nuestras formas, ni pedirle al
mundo que se abra a nuestro encuentro. Sólo así, como ha venido pasando de
siempre, desde que salimos a la vida por el túnel o por la panza. Y desde ahí sin parar, como un artefacto mágico de excelente calidad
haber seguido recibiendo continuamente sensaciones de temperatura, de peso, de
textura, amables o no tanto, de placer, de dolor, ejercitando nuestro oficio no
ya de comunicarnos, sino de adaptabilidad a nuestro entorno. Porque ¿es eso no?
Saber sin saber que se sabe. Saber cómo ubicarnos, qué nos gusta o qué no, y
también cómo nos gusta. Y a qué distancia, y que cantidad. Y qué quiénes. Así
que no es para nada un comienzo preguntarse para qué trabajar el contacto,
porque hace rato que lo sabemos, sólo que no hemos querido darle mucha
importancia, no vaya a ser que nos pase como con la danza y nos termine
gustando demasiado.
La
danza, se constituye como un espacio confortable para el entendimiento de lo
que somos. Se ofrece como un espacio amplio y claro desde el cual se hace
posible ser. Sin decir palabra. Sin mayor esfuerzo que moverse. Habitada desde
dentro va permitiéndonos reconocernos. Desde ahí se hace fácil mirar al otro,
porque nos sentimos seguros. Subir un brazo, mover la pierna. Inclinar la
cabeza. La danza nos permite ser, sin más.
Ahora
estudiar danza puede ser la pesadilla más desquiciada del universo. Toparse con
incapacidades dentro de uno mismo. Desconocerse, simplemente no lograr que el
cuerpo, que es uno, haga lo que uno desea. Pero, ¿deseo realmente hacer eso? En
algún momento llegamos a convencernos que movernos igual al otro es danzar. Y
para algunos funciona. ¿Y los otros?
Construir
la posibilidad de la danza, significa ir descubriendo mecanismos que nos ayuden
a hacer danzar a los otros. Las vías para llegar a esto son infinitas y
nosotros tenemos la opción de reflexionar acerca de la capacidad integradora
que poseen ciertas estrategias y herramientas de formación. Cómo construir
espacios para todos los cuerpos y potenciar al máximo sus posibilidades. Ser en
la danza, es ser en el cuerpo que es uno.
Reflexionar
desde la perspectiva del docente/creador/investigador sobre la necesidad de
desarrollar documentos que expongan la sistematización y los alcances estéticos
logrados por la danza en el país desde sus múltiples visiones, es una tarea
pendiente que nos ayudaría a la construcción de esas opciones necesarias.
Durante
tantos años de danza en el país, esas opciones seguramente ya fueron
construidas, estas preguntas y sus posibles respuestas seguramente andan
sueltas por los salones de danza, que no pudieron ser documentados o cuyos
documentos no se difundieron o que no hemos tenido la suerte de saber. Por eso,
es necesario que cada quien, se prepare para desarrollar Una Danza Propia.
Rafael Nieves
HACIA UNA DANZA PROPIA
Reflexiones en torno a la danza y los saberes marginales
Desprendiendo la idea de
contacto de la improvisación como concepto. Trabajo de contacto enfoques. Que cada quién se haga la suya.
Otro
concepto importante para la valoración y que en muchas ocasiones actúa de
manera complementaria a la improvisación, es el concepto de trabajo de
contacto. En este concepto se puede englobar todas aquellas construcciones
físicas que implican el contacto físico directo entre los intérpretes en danza.
Generalmente podría pensarse en cargadas, suspensiones, abrazos,
manipulaciones, aladas, arrastradas, etc. Interacciones concretas que van desde
agarrar al otro, hasta el estímulo a través del roce.
Se
asume junto a la improvisación como técnica, porque se asocia a una vertiente
concreta desarrollada en los años 60-70 llamada Improvisación de Contacto. Pero
este no es el único enfoque. Representa en sí todo un universo a desarrollar y
donde se privilegia la interacción entre intérpretes para la construcción de
discursos físicos.
En
el contexto de la Danza Moderna el trabajo entre parejas, asemejó lo que
tradicionalmente ha sido propuesto desde la Danza Clásica como manifestación.
La conformación de figuras y composiciones determina el uso de elementos por
ejemplo como las cargadas. Por una circunstancia de fuerza, la relación dada
entre el hombre y la mujer determina los roles, donde el hombre ejerce de base
para sostener a la mujer casi siempre por encima de su cabeza y en una postura
expresiva determinada. Así se maneja en el Ballet y con sus pequeñas
variaciones se usa en la conocida Danza Moderna. Debemos recordar que el Ballet
está pensado para ser ejecutado en grandes teatros y la distancia con el
espectador amerita según esta visión particular, un mayor alcance de todas las
expresiones que se manifiestan en la escena.
Con
la Danza Contemporánea asistimos a la elaboración de obras con un carácter más
íntimo, lo que implica teatros más pequeños e incluso el público muy cerca de
los intérpretes. Esto de una u otra forma ayuda a relajar esta tensión con la
necesidad de proyectar infinitamente el gesto. Por el contrario, la búsqueda de
cierta veracidad también colabora. Por otro lado, la Danza Clásica está pensada
para hacerse en puntas o media punta, en fin, es una danza que se realiza de
pie. La Danza Contemporánea hace uso del piso y otros niveles de expresión para
el cuerpo, lo que ha ocasionado que los creadores exploren las posibilidades de
otro tipo de cargadas que responda a estos niveles. Acostados, agachados, en
cuadrupedia, etc.
Con
la aparición de la Improvisación de Contacto el rango de búsqueda de los
creadores se amplía y se enfoca directamente en las relaciones a través del
contacto. El contacto asociado al acto de improvisar se presenta como un juego
de intercambio para elaborar a partir de la percepción del peso del otro y la
búsqueda del centro. Cuando esta herramienta comienza a ser utilizada para
"sacar material", aparecen entonces otras formas para enfocar las
construcciones que se venían haciendo en la Danza Contemporánea, valorando
principios que obedecen a esta percepción del eje y el intercambio de peso. Al
ser una herramienta exploratoria, los roles varían constantemente. Ya no es uno
sólo el que prueba a ponerse en equilibrio sobre el otro. El concepto de
cargada no desaparece, pero adquiere matices como las suspensiones,
equilibrios, manipulaciones y en general todas las posibilidades que brinda la
creatividad y capacidad de búsqueda de los intérpretes.
Existe
además un enfoque relacionado con la improvisación y el trabajo de contacto que
surge de los estudios realizados y sistematizados por David Zambrano. Estas
herramientas y conceptos asociados son conocidos como "Pasar a
través" (Passing Through). Por sintetizarlo de alguna manera, esta técnica
está pensada para desarrollar la sensibilidad del intérprete a partir de
contacto, reciclando los estímulos concretos con la finalidad de abrir
posibilidades de movimiento desde la percepción del entorno en general y de los
otros intérpretes en lo específico.
Con
este enfoque se valoriza el gesto del intérprete en función de la expresión,
con el fin de lograr una capacidad perceptiva que le permita danzar en armonía
con su entorno. David lo llama Danzar en Red y plantea que el intérprete hace
parte de un todo que se expresa a través de él y que por medio del desarrollo
de un estado de atención el improvisador puede nutrir constantemente su
accionar. Esta herramienta ha sido redimensionada desde nuestra labor docente e
interpretativa, y nos ha permitido establecer vínculos creadores en grupos
sumamente heterogéneos. El uso complementario de estas técnicas es manejado por
algunos creadores en la periferia para generar danza en distintos niveles y
lograr promover su trabajo en espacios disímiles. Por su parte el maestro David
Zambrano ha sido muy reservado con el uso que se le da a su trabajo, por esa
razón nosotros decidimos que la mejor forma de implementarla es asumirla como
parte del contexto donde nos desenvolvemos y esta información progresivamente
se ha ido amalgamando y generando una visión que pensamos particularmente se
corresponde con nuestras realidades. Hasta el momento desconocemos si ha
documentado formalmente su sistematización, pero hace doce años en el metro de
Bruselas al preguntarle si quería hacerlo, pensando en la posibilidad de
multiplicar el alcance de su técnica, nos respondió que no, que cuando se
muriera se la iba a llevar consigo y cerró diciendo: "¡Que cada quien se
haga la suya!"
Rafael Nieves
HACIA UNA DANZA PROPIA
Reflexiones en torno a la danza y los saberes marginales
Los poderes de la creación
improvisada. Caracas Roja Laboratorio y los procesos periféricos de
intercambios de saberes.
Dentro
del entramado de saberes gestados en la Danza Contemporánea en Venezuela y las vertientes
desarrolladas en la periferia, la improvisación ofrece un caudal muy variado de
posibilidades. El presente ensayo pretende visibilizar la sistematización
realizada desde las experiencias de Caracas Roja Laboratorio y otros espacios
complementarios, que permitieron su desarrollo como posibilidad formativa y de
creación para la danza.
Es
importante resaltar que la subjetividad de estos saberes no está en duda y que
al proponerlos como posibilidad formativa y de acercamiento a la creación,
asumimos responsablemente el relato de nuestro hacer como referencia. Siendo
una posibilidad relativa, en cuanto reconoce que convive con una infinidad de
enfoques diversos, que de planteárselo podrían cohabitar armónicamente en
espacios de sistematización, como lo han hecho en los espacios marginales de
creación.
El
enfoque de nuestro estudio ha estado referenciado por las búsquedas
circunscritas por lo que se dio a conocer en el país con el nombre de Danza
Postmoderna o Nueva Danza[i].
Es de acotar que estas tendencias al momento de nuestra formación, eran de
práctica muy reciente en el país y su sistematización no era considerada
adecuada del todo para la formación académica. Por lo cual se aprendía a través
de talleres o procesos creativos de investigación.
Dentro
de los saberes posibles para esta valoración individual, La Improvisación[ii],
fue ganando importancia debido a su capacidad para potenciar la creatividad de
los danzantes, su espíritu de búsqueda y capacidad de adaptación. Desde esta
visión surge un personaje que no va a perder su oficio por no encontrarse
involucrado directamente a una forma de asociación para la creación. La
condición de improvisador, contiene la visión de intérprete-creador que hemos
estado reseñando. Pero la improvisación no sólo se hizo funcional para llevar
una vida solitaria de danza en libertad. Como herramienta, enriquece las
capacidades de todos los individuos involucrados en el proceso creativo,
independientemente del rol que se asuma ante el hecho. La exploración que es
una de las facetas más productiva del proceso de creación en danza, se da
generalmente por la vía de la improvisación. Pero también fue su postura ante
el acto de creación lo que la hizo, una herramienta ideal para su desarrollo en
la marginalidad, a la vez que dificultaba su acceso al centro. Es estimable que
algunos docentes-creadores la insertaran en los procesos formativos académicos,
pero siempre de forma parcial, es decir como complemento a una técnica
reconocida formalmente, de manera que su incorporación ha sido lenta y
progresiva.
En
el caso de la creación no ha sido así. El reconocimiento de los poderes de la
creación improvisada fue casi inmediato, incluso antes de vislumbrar sus
alcances. De manera que durante años ha sido incorporada a los procesos creativos
desde diferentes ópticas y en distintos grados de comprensión. Planteando una
contradicción que aún nos habita en el quehacer de la danza en el país. A
través de las creaciones coreográficas nos lanzamos a una relativa
desproporción de riesgo, incorporando elementos sumamente complejos y discursos
abigarrados, pero en lo formativo asumimos actitudes sumamente conservadoras y
obedecemos a patrones que muchas veces no se corresponden a nuestras
realidades. Lo cual denota en algunos casos, muy poca profundidad y veracidad
en las obras.
Pensemos
en la improvisación vista como herramienta en la periferia. Tenemos un
individuo que ya no necesita una estructura de compañía al estilo
formal/tradicional para ser bailarín. Con la debida planificación puede buscar
la información que más le interese para formarse o entrenarse y puede
finalmente optar por participar en los proyectos que le permitan acceder a la
danza y por qué no, organizar su propio proyecto con las herramientas que tiene
a mano.
Visto
de este modo la improvisación no es sólo una opción para el tratamiento y
estudio del cuerpo en función de la expresión, sino también como una forma de
acercamiento a la danza, desde la cual las capacidades, valores e identidades
del individuo forman parte fundamental de sus posibilidades y la creación tiene
múltiples maneras de expresarse en la relación consigo mismo y su entorno.
Para
hacer una valoración concreta, partiré de mi formación en danza, que comenzó a
la par de mi ingreso en el Instituto Universitario de Teatro - IUDET en el año
1992. En el marco de una materia llamada Expresión Corporal profesoras como
Rocío Rovira[iii],
Andreína Womutt[iv]
y Angélica Escalona[v],
decantaban saberes provenientes de la danza, como parte de la iniciación y
desarrollo de un entrenamiento físico para la licenciatura en actuación. Cabe
destacar que las maestras Angélica Escalona y Andreína Womutt, ejercían como
bailarinas de Danza Contemporánea. Después de un período aproximado de 2 años,
por recomendación de la maestra Womutt, me acerco al desaparecido Instituto
Superior de Danza ubicado en Los Cortijos. Una vez ahí y luego de una breve
entrevista con el maestro Luís Viana[vi],
me inicio formalmente, en el desarrollo de mis capacidades para la danza.
Recuerdo
felizmente una conversación sostenida con el maestro Viana en la cabina del
Teatro Cadafe en diciembre de 1994, con motivo de las muestras de cierre de fin
de año del Instituto Superior, en la cual, de modo sarcástico, recordó nuestra
primera entrevista, donde yo había dicho con mucha seriedad, que quería hacer
clases de Danza, pero "Sólo para entrenarme, porque a mí me gustaba era el
teatro", a lo que él agregó en ese momento "Y aquí estás
todavía".
Desde
el segundo semestre del año 1993 había conseguido en el IUDET una beca trabajo
como preparador, asistiendo a las profesoras de Expresión Corporal y entraba a
todas las clases que daban en esta institución, hasta que una mañana la maestra
Womutt me dijo: "que haces perdiendo tu tiempo, anda a Los Cortijos y
hablas con Luis Viana, dices que te mando yo". Lo que al parecer se le
olvidó un día de 1996, en el cual nos encontramos de nuevo y al contarle que
dejaba mi trabajo en el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, para dedicarme a
la Danza me respondió: "¡Tú sí que tienes bríos! ¡Empezar de nuevo!".
En el
año 1994, el Instituto Superior de Danza era un hervidero de movimiento. El año
anterior había ocurrido el último Festival de Danza Posmoderna y en los salones
los profesores ensayaban, cual era la forma de implementar esos saberes en el
contexto de la formación académica. Uno de los esfuerzos más memorables atesorado
desde esos días, eran las clases dictadas por la bailarina y video-artista
Lídice Abreu. En su clase tuve por primera vez un acercamiento a la
improvisación y el trabajo de contacto. Ella había decidido dividir el tiempo
de su entrenamiento en una barra de piso al estilo Martha Graham[vii] y
luego nos hacía trabajar por pares explorando las posibilidades expresivas del
contacto. Mi percepción como estudiante era que ella estaba asumiendo el riesgo
de dedicarle tiempo formativo a la exploración, dándole prioridad por encima
del resto de la información. Lo cual tenía mucho valor y podía no ser entendido
por todos en el contexto. Es decir, dependiendo de lo que se esperaba de la
Danza, ese tipo experiencias eran positivas o negativas.
Con
la creación de Caracas Roja Laboratorio en el año 2000, inicio junto a Hilse
León la búsqueda no sólo de una forma de expresar a través del cuerpo nuestra
propia visión del mundo, sino también una comprensión acerca de cómo establecer
procesos creativos asociados, cómo relacionarnos con otros intérpretes desde
las particularidades y cómo darle continuidad a nuestra vida en la Danza.
Una
de nuestras preocupaciones iniciales fue procurarnos un entrenamiento acorde a
nuestras capacidades y necesidades expresivas. Por un lado, teníamos un caudal
de información obtenida de haber participado en muchos y distintos procesos
creativos y de entrenamiento. Por otro la necesidad de hablar cada vez más con
propiedad desde nosotros. Así fue que ensamblamos algunas secuencias de
ejercicios basados en la movilidad que nos interesaba. Tomando fundamentalmente
ejercitaciones de piso y tratando de desestructurar la formalidad de la
ejercitación de pie a partir de estos principios. El resultado eran clases muy
dinámicas con unas estructuras muy claras, basadas en la información adquirida
durante nuestra formación y ejercicio como bailarines. Por otro lado, cada vez
que nos planteamos la realización de una obra, introducíamos temas físicos que
queríamos desarrollar y profundizar. Entre los más recurrentes estaban la
improvisación y el contacto, con la plena certeza que complementaban nuestros
discursos y aportaba un carácter a nuestra fisicalidad individual.
En
el año 2003 durante un festival organizado por Danzaluz en Maracaibo, asistimos
a un taller con el maestro improvisador David Zambrano[viii].
Durante ese encuentro y después de asistir a una función nuestra, éste decidió
invitarnos a participar en un proyecto de creación se llevaría a cabo en
Europa. Hecho que se cumplió entre los meses de noviembre 2004 y enero 2005.
Viajamos Hilse León, Isabel Story y mi persona. El proceso de exploración y
creación se llevó a cabo entre los espacios del centro formativo PARTS[ix],
en la ciudad de Bruselas y un estudio personal que el maestro Zambrano habilitó
para el cierre del proceso en la ciudad de Ámsterdam. Las presentaciones del
resultado de la investigación se llevaron a cabo en el Theater Frascati en
Ámsterdam entre el viernes 13 y domingo 15 de enero del 2005 y en la localidad
de Stad Gent, cerca de Bruselas, el miércoles 18 de enero del 2005 en el teatro
Vooruit[x].
Sería
posible ubicar la importancia de ese viaje, en el proceso de aprendizaje que
significó realizar ejercitaciones de hasta cuatro horas seguidas, dos veces por
días de lunes a viernes. Esto implicó convivir todo este tiempo con detalles y
explicaciones acerca de ejercicios aplicados a la improvisación. Formas de
acercamiento y exploración para la expresión. Todo esto desarrollado en un
contexto colectivo pues el proyecto estaba conformado por catorce bailarines de
diferentes partes del mundo. Muchas de las ideas desarrolladas durante este
período, forman parte conceptual del acercamiento técnico que manejamos como
agrupación y el enfoque y comprensión que tenemos del cuerpo para la expresión.
Una
vez en Caracas esta visión nos ayudó a darle forma a una manera de comprender
los procesos formativos, creativos y de organización que llevamos adelante.
Citemos 2 ejemplos.
Desde
el año 2004, me desempeñaba como docente en el Instituto Universitario de
Teatro - IUDET, en el área de Expresión Corporal. La información que ya
manejaba en mis clases se vio reforzada por mi experiencia en el citado
proyecto. La improvisación y el trabajo de contacto se transformaron en
herramientas útiles para el acercamiento de la comprensión de lo corporal
expresivo a muchos actores en formación que tomaban mi clase. La experiencia
fue de tanto impacto que logramos organizar, con la figura de materia electiva
un grupo de improvisación que funcionaba dos tardes a la semana, al que
llamamos Cátedra Libre del Movimiento
Expresivo. Estuvo activo desde el año 2006 hasta que el IUDET pasó a formar
parte de la Universidad Nacional Experimental de Las Artes - UNEARTE. Al
principio estuvo compuesto solo por estudiantes de actuación, pero ya para el
año 2007 previo acuerdo con el Instituto Universitario de Danza - IUDANZA y el
Instituto Universitario de Artes Plásticas - Armando Reverón, se incorporaron
estudiantes de danza y de artes plásticas interesados en la improvisación con
forma de expresión y comprensión del cuerpo.
Por
otro lado, en Caracas Roja Laboratorio sentimos la necesidad de establecer otra
forma de asociación diferente al formato de compañía que veníamos manejando,
que estuviera más asociado al concepto de intercambio y reconocimiento,
específicamente en el área de la improvisación. Para esto invitamos a varios
bailarines involucrados con el trabajo de improvisación en Caracas y formamos
un grupo de investigación que se reunía periódicamente, con la finalidad de
plantearse ejercicios, reflexionar y simplemente improvisar. Lo llamamos Laboratorio de Movimiento Espontáneo y
en un inicio participaron: Inés Rojas, Rafael González, Daniela Pinto, Astrud
Angarita, Vanessa Lozano, Rommel Nieves, Isabel Story, Hilse León y Rafael
Nieves. Todos reconocidos bailarines a nivel nacional, con experiencia en el
campo de la Improvisación. Esto se repitió posteriormente posibilitando la
incorporación de más personas al proyecto.
Finalmente,
en el año 2012, en acuerdo con las autoridades de la UNEARTE, junto a Hilse
León (también profesora de UNEARTE), desarrollamos un proyecto que terminó
decantando en los programas sinóptico y analítico de la unidad curricular de
Improvisación que es de carácter obligatorio para la mención Intérprete en
Danza Contemporánea a partir del año 2013.
Rafael Nieves
HACIA UNA DANZA PROPIA
Reflexiones en torno a la danza y los saberes marginales
[i]Danza Postmoderna o Nueva Danza.
Terminología utilizada para identificar un conjunto de técnicas y posturas ante
la creación a través de lo corporal, identificadas con la Improvisación, la
técnica de soltura, la improvisación de contacto y otras tendencias asociadas a
la exploración desde el cuerpo.
[ii]Improvisación. Herramienta
desarrollada desde el trabajo expresivo, que posee enfoques diversos
y cuya característica fundamental, reside en el estudio del cuerpo desde lo
espontáneo como forma exploratoria.
[iii]Rocío Rovira. Creadora chilena, especializada en
pantomima, radicada en Venezuela desde los años 70. Directora de la agrupación
Teatro y Mimos de Venezuela y primera docente de Expresión Corporal del
Instituto Universitario de Teatro - IUDET (1992).
[iv]Andreína Womutt. Bailarina venezolana y
maestra de Danza Contemporánea, fundadora y directora de la agrupación
Rajatabladanza. Profesora de Expresión Corporal del Instituto Universitario de
Teatro entre los años (1993-1995).
[v]Angélica Escalona. Bailarina venezolana y maestra
de Danza Contemporánea, fundadora y directora de la agrupación
Thejadanzateatro. Profesora de Expresión Corporal del Instituto Universitario
de Teatro desde el año 1993 hasta su desaparición en el año 2008.
[vi]Luís Viana. Maestro, coreógrafo e intérprete
venezolano. Director Académico de los desaparecidos Instituto Superior de Danza
e Instituto Universitario de Danza.
[vii]Martha Graham. Maestra, coreógrafa y bailarina
norteamericana que, durante la primera mitad del siglo XX, marcó el desarrollo
de la Danza Moderna a través de su trabajo.
[viii]David Zambrano. Maestro coreógrafo e
Improvisador venezolano, radicado en Europa desde finales de los años 80.
Creador de las técnicasFlying Low y Passing Through.
[ix]PARTS. Centro de
estudios de danza ubicado
en la ciudad de Bruselas, fundado en 1994 por la coreógrafa Anne Teresa De
Keersmaeker y Bernard Foccroulle director de la Ópera Nacional De Munt/ La Monnaie.
[x]Enlaces
donde se pueden apreciar, fragmentos de la obra "Twelve flies went out at
noon", dirigida por David Zambrano, resultado del proceso en el cual
participaron Hilse León, Isabel Story y Rafael Nieves de Caracas Roja
Laboratorio.
Las construcciones diversas.
La danza como posibilidad. La organización desde el reconocimiento.
Vivir
la danza con autenticidad, nos permite reconocer que existen otras opciones
para generar discursos desde el cuerpo. Que delimitar un concepto de danza
general y exponer esa idea como única, anula las potencialidades específicas
que dan vida a cada trabajo o forma de asociación para la creación. Por ejemplo,
entender que el concepto de danza aplica al ámbito de lo popular, lo
tradicional, lo clásico, lo contemporáneo o las distintas formas existentes que
surgen o no de la unión entre éstas, es fundamental para reconocerse entre
ellas y más allá.
Acudimos
entonces a lo contemporáneo en la danza como una construcción específica y
múltiple.
Un
ejercicio interesante es pensar como se ha ido conformando una Danza
Contemporánea en el país, que desestima dichos límites y por la vía del hacer
ha legitimado diversas formas de creación que asocian por ejemplo los saberes
populares y tradicionales con la creación contemporánea, desde múltiples
enfoques. En estos casos el anecdotario y la cotidianidad han ido engrosando
las filas de las posibilidades en la representación. Es importante recalcar que
las categorías antes expuestas fueron pensadas para mantener dichas formas en
sus espacios respectivos. Organizados, jerarquizados y facilitar su estudio,
comprensión y administración. Lo que ocasionalmente tiene eco en creadores
produciendo encuentros y desencuentros desde categorías pensadas para ser
distintas. Lo importante es que finalmente lo poderoso trasciende y el cuerpo
se erige como fuerza originaria. Aunque por momentos se ha impuesto una
comprensión del cuerpo que desestima las realidades creadoras y capacidades
organizativas del país danzado, que no obedecen a su lógica.
El
caso concreto de las formas de asociación para la creación en la Danza
Contemporánea ofrece una posibilidad particular de reflexión. A un país
organizado de manera puntual para el ejercicio de la danza como profesión,
donde los grupos acostumbraban a reunirse diariamente para entrenar y ensayar
en horarios y espacios específicos, a seguido un panorama compuesto por un par
de espacios mantenidos por el estado en su totalidad para el ejercicio de la
danza y un enorme archipiélago de múltiples formas de organización para la
creación, el entrenamiento y la formación. Más allá de la valoración de esta
eventualidad y las razones que trajeron consigo y mantienen esta situación, lo
que nos importa es visibilizar las diversas formas de asociación que
actualmente llevan adelante la danza en el país. Empecemos por decir que los
creadores tienden a nuclearse en torno a los vínculos más estrechos, familiares,
parejas y amistades, como forma de reconocimiento básica y que estos núcleos
una vez consolidados, se expanden captando individuos interesados en sumarse a
la construcción llevada adelante dentro de estas formas de asociación. En la
mayoría de ellos, ha operado una visión que transita hacia otras formas de
encuentro donde lo económico no es lo primordial y los valores como el
compromiso, la solidaridad y el respeto, han sido fundamentales para la
permanencia de los proyectos.
Otro
punto de interés está en la denominación. La palabra que usualmente utilizamos
para nombrar estas organizaciones es compañía, lo cual genera una tensión
interesante, debido a que como es sabido la Danza Contemporánea en el país
nunca ha sido rentable como negocio, pues este no es su fin último sino la
creación, pero de alguna manera las agrupaciones se han pensado siempre bajo la
visión de una pequeña empresa. Por otro lado, podría pensarse en compañía como
un derivado de la palabra acompañar, lo cual en el caso de la danza es una
cualidad notable si pensamos en que es mejor siempre danzar con los otros.
El
caso es que tome el nombre que tome, proyecto, asociación, agrupación, grupo,
proyecto, colectivo o compañía, el enfoque en que se sustentan las nuevas
formas de asociación están relacionados aún más estrechamente con la empatía y
la creación, bajo un esquema de valores que hacen posible una construcción en
conjunto. Podría llegar a pensarse que se ha ido pasando progresivamente a un
estado de supervivencia de la danza como forma concreta de expresión, pero
siempre manteniendo la esperanza en una renovación de las formas en que se dan
las relaciones entre los distintos elementos que la hacen posible.
Otro
paso importante que se puede registrar es el reconocimiento del otro. Quizás es
imposible desechar totalmente, el sentido competitivo que toma el tema del
entrenamiento corporal entre los bailarines, pero de una u otra forma se ha
atenuado el efecto de esa concepción del cuerpo y la percepción positiva sobre
las capacidades del otro ha ayudado a aglutinar y contribuir con la
organización. Pensando en la asociación como posibilidad de construcción,
valoración de los logros y el reconocimiento entre iguales. Es así como surgen
otras formas de organización más amplias, basadas en el trabajo en red.
Estas
vinculaciones son posibles a través del reconocimiento del otro y del esfuerzo
compartido para mantener el ejercicio de la danza. También por el
fortalecimiento de la actividad asociada a proyectos comunes y por la
posibilidad entendida, de coexistencia de múltiples visiones para la expresión
del cuerpo en movimiento, múltiples conceptos de danza con una visión
particular de lo propio.
Uno
de los impulsos que llevan a que esto sea posible, es la superación del
menosprecio entre distintos sectores de la danza hacia la construcción de formas
diversas de asociación. La subestimación de la capacidad intelectual y
organizativa de la periferia, genera ciertamente una sensación de desconfianza
en los que tradicionalmente han habitado el centro
formal-académico-administrativo. Lo otro organizado representa procesos de
liberación y apropiación de espacios en la danza. En fin, el carácter
socialmente subordinado de la periferia hacia el centro, usando como punto de
partida referencias a la diversidad y prejuicios llega a ser desbordado. Generando
la posibilidad del surgimiento de formas de asociación que respondan a
cualidades particulares, que definan su alcance de acuerdo a la visión de sus
integrantes, que obviamente se ven potenciados por las construcciones en común.
La diferencia la hace comprender, reconocerse y asociarse.
Como
disfrute de lo marginal podría enunciarse, la posibilidad de sentirse
fortalecido en la creación, desde una visión de danza que obedece a una lógica
propia.
Para
visualizar una propuesta particular, usaremos como ejemplo a la agrupación
Caracas Roja Laboratorio[i],
mi espacio personal de creación, fundado en el año 2000 junto a Hilse León[ii],
que nos ha permitido explorar no sólo corporalmente, sino diversas formas de
asociación con creadores de distinta índole y experimentar con formas diversas
de hacer obras y presentarlas ante el público. Para estos procesos hemos
convocado en diferentes tiempos a una gran cantidad de creadores de distintas
áreas, la mayoría bailarines de Danza Contemporánea. Algunos de los cuales han
llegado a durar casi 10 años en la agrupación de manera intermitente. La
formación que han recibido con nosotros ha sido complementaria a su formación
general como intérpretes, toda vez que cada proceso implica el desarrollo de
ciertas destrezas y es necesario estudiarlas en conjunto. Aparte de eso hemos
ido conformando un entrenamiento básico que contiene una visión particular de
movilidad, desarrollada a partir del estudio con diversas personalidades de la
danza nacional e internacional. Las técnicas preponderantes en nuestro trabajo
son la Improvisación, el Trabajo de Contacto y la llamada " Técnica de
soltura"[iii].
Durante
algún tiempo la mayoría de los que participaron en la agrupación fueron docentes
en la Universidad Nacional Experimental de las Artes o estudiaban en ella, lo
que nos permitió compartir saberes más allá de las horas efectivas de
entrenamiento, ensayo y función. Casi todos desarrollaban además trabajos con
otras agrupaciones o de manera independiente con otras formas de organización,
además de dar clases y hacer trabajo de vinculación social. Lo más importante
es que todos reconocimos que nuestro hacer en general enriqueció nuestro desempeño
en Caracas Roja Laboratorio y como miembros de la comunidad universitaria.
Rafael Nieves
HACIA UNA DANZA PROPIA
Reflexiones en torno a la danza y los saberes marginales
[i]Caracas Roja Laboratorio.
Agrupación venezolana de Danza Contemporánea fundada en el año 2000 por Hilse
León y Rafael Nieves.
[ii]Hilse León. Creadora venezolana, Licenciada en
Ciencias Sociales. Maestra de Danza Contemporánea e intérprete de Caracas Roja
Laboratorio. Docente de la Universidad Nacional Experimental de las Artes.
[iii]Técnica de soltura. Terminología utilizada en
Venezuela para reconocer una organización técnica de la danza que se basa
principalmente en las nociones de relajación, soltura, conciencia del peso y
alineación postural. Asociada generalmente al uso del piso como herramienta y a
los principios de la Danza Postmoderna o Nueva Danza.