lunes, 29 de enero de 2018

Cómo decir la Danza


I. Continuamente me encuentro ante la dificultad acerca de cómo decir la Danza. Puede que en principio esto suene algo excesivo o errático, pero si se parte de la comprensión de tantos años de práctica casi obsesiva y sobre todo, de una consecuente experimentación en cuanto a formas concretas de construir obras, y entrenar cuerpos para estas obras e incluso búsqueda exacerbada de ideas necesariamente no verbales para insertar en dichos trabajos, es posible comprender que sentarse a intentar poner por escrito dicha experiencia podría convertirse en una aventura muy difícil. Casi tanto, como un viaje de regreso del centro del laberinto asediado por minotauros, medusas y sirenas terriblemente encantadoras, y a la vez mortíferas. Quizás por eso piense, que la mejor forma es suplicar por un juego de alas a Dédalos. Incluso a sabiendas que de tal empresa sólo es posible retornar chamuscado y siniestramente arrastrado por las olas del Egeo.

Porque hay que estar claro que después de tanta Danza en la vida, sólo puede aspirar uno a tocar el sol.

Pero si no, ¿cómo entonces? Quizás arrastrado por los pantanos del delta, convertido en una fantástica Anaconda de seis metros de largo, esperando que alguna presa incauta se acerque a pastar a las marismas. Para apresarla con firmeza con nuestro propio cuerpo, y luego ir sutilmente acompasando su respiración con la constricción de nuestros músculos. Y escuchar atentamente sus latidos cada vez más lánguidos. Hasta finalmente lograr engullir a nuestra víctima. Acomodarla dentro de nosotros. En un tiempo dilecto que sea réplica suplicante del latido de los astros y la selva. Desencajando la mandíbula. Asfixiando a nuestra presa, y reptando por los pantanos con nuestros cuerpos fundidos en un gesto fraternal de muerte.

Porque quien Danza también aspira en parte a ser Uroboros, a escurrirse rampante en el ciclo interminable de vida y muerte del mundo.

Pero que tan mitológico resulta ese ser que eligió vivir desde el cuerpo. Ser la Danza misma. Subir o bajar montañas para llegar a su terreno de práctica. Seleccionar cuidadosamente cada indumentaria que le permita sentirse acorde a ese deseo de volar o a reptar primigenio. Preocuparse un poco más de lo natural porque su esfuerzo físico se equipare a su insumo calórico. Transfigurarse en observador acechante de sus propios brazos y piernas. Atento a cada abolladura en sus pies descalzos, a cada raspadura de rodillas o codos. Vigilante obseso de su conexión sacro-craneal. Explorador incansable de sensaciones e intuiciones. Observador prolijo de la respiración, el ritmo cardíaco y la dosificación energética. Metáfora y realidad misma del cuerpo en movimiento.

II. No es difícil encontrarse con la Danza como alegoría en distintos contextos. Muy al contrario, resulta sumamente común que se le utilice como una forma de enunciar algún concepto abstracto e incluso alguna actividad concreta que fluya de manera acompasada y armónica. Podemos pensar en frases como "la danza de la vida" o "la tormenta aquella que interpretó a su paso una danza de muerte y destrucción". Una composición plástica puede convertirse por verbigracia de algún estilista en "una danza de formas y colores", y así por el estilo. La Danza entonces se constituye en categoría simbólica que edifica una noción múltiple, sólo susceptible de ser interpretada en el marco de su devenir como idea. Es decir ocurre una idealización de la Danza que no puedo imaginar que tanto nos toca. Porque, qué tan difícil sería encontrar un ideal de belleza en nosotros, con nuestra ropa gastada, girando, abrazando o dando vueltas por el piso de madera. En nuestros espacios rituales arrebatados a cualquier otro uso, con el único propósito de que la Danza sea. Para poder nosotros vivir y ser Danza. Umberto Eco en su ensayo Sobre el símbolo, cuenta que "He intentado definir el modo simbólico como una estrategia textual particular. Pero fuera de esta estrategia textual (...), un símbolo puede ser o algo muy claro (una expresión unívoca, con un contenido definible) o algo muy oscuro (una expresión plurívoca, que evoca una nebulosa de contenido)." A mi parecer, en ambos casos, el carácter simbólico de nuestra práctica no hace más que servir de sustento (debido quizás a su carácter sólido y sutil) para la construcción de esas ideas-otras. Quizás ya no en un sentido tan amplio como un símbolo, sino la mayoría de las veces como alegoría, como cuerpo (claramente redundante) para ese universo de ideas que necesitan completarse en el plano de lo visual o argumentarse intencionalmente en el plano emocional o sensitivo. "La alegoría transforma el fenómeno en un concepto; el concepto en una imagen, pero de suerte que aún tenga y retenga el concepto limitado y completo en la imagen y en ella se declare." Dice Eco, en el mismo ensayo. De manera que la danza en el verbo, parece ser urgente para darle cuerpo a lo que carece de él. Y aunque quizás en el plano de pensamiento lógico encuentre detractores, resulta fundamental para la argumentación en el plano metafórico, sicológico y hasta numinoso. La Danza como manifestación del cuerpo trascendido parecería ser a la vez, dificultad para la claridad de pensamiento (en la razón o lógica) y obscuridad facultada para expresar lo incognoscible a través de la palabra (en lo no razonable o lógica-otra). De manera que se establece como un idioma extranjero a toda nación, pero común a toda cultura. La Danza se erige como la posibilidad siempre viva de decir lo que no sabemos, de ayudarnos a expresar una lengua múltiple constituida desde las fronteras de lo que somos y no conocemos. Algo que de alguna manera impredecible, poseemos todos. Al igual que tenemos las llaves de ese alfabeto oscuro y a la vez muy claro, de lo que se dice desde el cuerpo a través de los vínculos profundos construidos desde la danza.

III. Un viaje como el iniciado a partir del estudio de la Danza, generalmente no acaba nunca. La imagen del éxtasis sin retorno sería la más adecuada para describir el mundo vivido desde el ejercicio de la exploración del cuerpo pleno. Una sucesión de vivencias interconectadas a través de los sentidos, un flujo constante de sensaciones con sus respectivos equilibrios lógicos y emocionales que una vez iniciados, no se detienen. Las secuencias de movimiento cobran vida más allá de las nociones más elementales. El cuidado del cuerpo no acaba en la composición orgánica de las estructuras físicas. Te enferma o te cura una emoción o un sentimiento. Te sostiene, la coherencia que puedas otorgar a un sistema de entrenamiento o a un montaje diseñado no sólo para rendir mecánicamente. Los límites se traspasan, las sesiones de exploración y búsqueda se prolongan al sueño o la vigilia cotidiana. Se es en la Danza o no se vive la experiencia original y completa. Los bordes casi siempre están habitados por pedazos de nosotros en constante renovación. Nunca se es solo en la Danza, siempre algo más grande te acompaña. Así no sepamos cómo nombrarlo. El que exponer estas ideas nos sea tan difícil, denota la dependencia de esa otra lengua materna y universal del gesto, con sus suspiros y tensiones, con sus latidos y pequeñas inclinaciones intraducibles.

Ciertamente toda representación del mundo que tome en cuenta el movimiento de los astros, la circulación de nuestros fluidos, el cambio en las mareas, el transito del tiempo, la germinación, la colisión de los átomos, la evaporación, la condensación y la precipitación, el nacimiento y la caída de las civilizaciones, el cambio de las estaciones, el crecimiento de un niño, la alternancia de la noche y el día, el vuelo sincronizado de los pájaros o el aleteo constante del colibrí, el juego entre los dedos y las cuerdas de un instrumento, los cambios imprevisibles de estado de ánimo, el estallido de la vida o la degradación de la muerte, todos, absolutamente todos, podrán tener en nosotros una referencia-otra. Una alegoría mejor. Una forma manifiesta en el cuerpo a través de la Danza.

 Rafael Nieves

lunes, 22 de enero de 2018

LA BARAJA ESPAÑOLA


I. Nuestro año ha comenzado de la manera más estrepitosa posible. El vértigo producido por las incertidumbres venideras nos ha colocado en estado de alerta extrema. Aún así, se puede sentir como todos nos esforzamos por mantenernos conectados con la vida. Persistiendo en la libertad de pensarnos de manera distinta. Buscando formas de librarnos de tanta incomprensión, tanto absurdo. Por eso es que se me ha ocurrido invitarte a este pequeño juego.

Si bien es cierto que existen muchos mitos en torno al uso de las cartas como oráculo, en mi caso he decidido decantarme por un sistema de interpretación más cercano a lo lúdico. Las cartas vistas como una herramienta para acercarme a los otros y a mí mismo, desde una comprensión más intuitiva del mundo. Aunque mi búsqueda es relativamente reciente, he podido percibir como progresivamente sus formas, sus colores y sus números, han ido cediendo (a partir de este acercamiento más creativo que adivinatorio), un espacio para la interpretación, donde lo simbólico ha comenzado a manifestarse como a través de una malla de ensueño. Otorgarle un valor mayor que el de deshojar una margarita, equivaldría por mi parte a traicionar el espíritu de encantamiento que me llevó hasta ellas. Porque para cosas serias, comprometidas e incluso ajenas, me parece que tengo espacios de sobra. Mi apego se encuentra más cercano a lo referido por Jung en el prólogo del Libro de las mutaciones, cuando observa que "La cuestión que interesa parece ser la configuración formada por los hechos casuales en el momento de la observación, y de ningún modo las razones hipotéticas que aparentemente justifican la coincidencia." Razón por la cual su atractivo es más fácil de percibir estando en presencia de los naipes, o cuando se les distribuye en el paño, o cuando nos detenemos con el pensamiento en algo o alguien mientras barajamos las cartas. De manera que, aunque no me lo pediste, voy a echarte las cartas. Te pido por favor que te permitas un momento, que abras tu mente y que disfrutes del juego. Aunque si esto no llegase a pasar en un primer momento, no debes sentir angustia ni disgusto. Es del todo normal tomando en cuenta quienes somos, cual es nuestra historia. Jung dice, "Únicamente nosotros (los occidentales) nos sentimos perplejos, porque tropezamos una y otra vez con nuestro prejuicio, o sea con la noción de causalidad. La antigua sabiduría de Oriente pone el acento sobre el hecho de que el individuo inteligente entienda sus propios pensamientos, pero no le preocupa en lo más mínimo la forma en que lo hace. Cuanto menos piense uno en la teoría del Yi Ching, mejor dormirá." Así que, sin importar en qué creas, espero que lo disfrutes.

II. Necesito comenzar por explicarte que aunque he estado estudiando profusamente lo que podríamos considerar como el lenguaje del Tarot de Marsella, he decidido hacer esta lectura basado en los naipes de la Baraja Española. Por un lado esto se debe a que de cierta forma no tan exacta pero muy cercana, sus tarjetas se corresponden a los llamados Arcanos Menores del Tarot. Mi acercamiento a ellos se encuentra íntimamente relacionado con su carácter numérico y la identificación de los palos con los elementos naturales y en cierta medida con  las funciones de la psique dentro de la teoría de Psicología Analítica. Pero ya Jung nos explicó que si queríamos consultar nuestro oráculo y dormir tranquilos, esto no nos debería importar tanto, ¿verdad? Como nota curiosa la palabra Arcano está definida como "algo que es difícil de conocer o secreto", lo cual nos pone de plano ante una categoría que se resuelve en términos de tensión entre lo conocido y lo oculto. El hecho es que con nuestras cuarenta cartas, las mismas con las que aprendimos a jugar truco, ajiley y solitario, intentaremos acercarnos a algo que no conocemos. Esa es la otra razón por la cual usaremos la Baraja Española, reencontrarme con ellas ha sido un viaje de regreso a la familia y al hogar de la infancia. A momentos de diversión con primos, tíos, abuelos y amigos. A mi renuencia a usar dinero para apostar, y al culto casi fetichista por ese único objeto de diversión posible, en tiempos de montaña y olor a monte.

Te cuento que para nuestra tirada de hoy, he dividido el paño donde extiendo las cartas, en cinco zonas imaginarias de interés para la lectura. A mano izquierda se encuentra la primera zona, en la cual están las cartas referidas al momento actual. En el centro o segunda zona aparecen las cartas concernientes a los deseos o ambiciones. Arriba de éstas, está la tercera zona con las cartas que hablan a favor de los deseos. Abajo del centro, la cuarta zona contiene las cartas que hablan de las dificultades para lograr estos deseos. Finalmente a mano derecha está la quinta zona, desde la cual las cartas van a dar sus consejos. Normalmente, a solicitud del consultante suelo colocar cartas extras en aquellas zonas donde haya dudas. En este caso y debido a la manera Sui generis en que establecemos nuestro juego, me he permitido solamente colocar cartas extras en la zona de los consejos. A esta forma de distribuir los naipes la llamo Tirada general y nos va a ser de mucha utilidad porque no hemos hecho ninguna pregunta, y podremos dar un enfoque más amplio de cada punto, en espera de que seas tú quien le encuentre un sentido particular a la lectura.

III. Este relato lo vamos a efectuar de izquierda a derecha como cuando leemos un libro. Pero algunas veces, si una combinación distinta de las cartas nos permite estructurar nuestra historia de manera más fluida, o nos ayuda a engranar mejor el conjunto, nos podemos saltar esa regla. Por cierto que eso es lo que intentaremos, crear juntos un cuento que transite por las cinco etapas que ya enunciamos.

Primera zona
Esta zona como ya te indiqué, se encuentra a mano izquierda y en ella están las cartas que nos hablan del presente, es decir del lugar donde te encuentras hoy en relación a los aspectos que vamos a tratar. En ese sitio aparecen en este orden el cuatro de espadas, el cinco de copas y el tres de espadas.

Tu primera carta de toda la tirada es muy significativa porque representa la forma en que iniciamos tu cuento. En este caso el cuatro de espadas en esta zona nos habla de un equilibrio en cuanto a tu actual forma de pensar. O también cierta armonía en tus pensamientos. El cuatro representa una forma sólida, equilibrada, trata de pensar en cómo se complementan las cuatro estaciones o los puntos cardinales o si quieres algo más simple las patas de una mesa. La espada representa los pensamientos. En cambio el cinco representa un punto de vista diferente, la aparición de una unidad extra que rompe el equilibrio y propone una opción distinta. Una quinta pata, incómoda, pero que se hace preguntas y busca opciones. Las copas están referidas a los sentimientos o a las emociones en general. El tres de espadas vendría a ser el estado previo al equilibrio. Ese momento anterior en que nace como una explosión vital, lo que se estaba gestando en estado de incubación. Es posiblemente la primera expresión tangible de una forma de pensar o una idea a la que le falta pulirse. Resumiendo esta zona podríamos decir que tienes algunas ideas muy claras que son las que te ayudan a mantener un equilibrio racional mientras tal vez, estás en la búsqueda o a la expectativa de nuevas emociones, posiblemente producto de una idea que aún no tienes clara o a la cual le estás dando forma. Como nota sugestiva, la relación que hay entre unas ideas muy sólidas y algunas que todavía necesitan madurar o que se manifiestan con una fuerza explosiva.

Segunda zona
Esta es la zona central. Aquí vemos representados los deseos y aspiraciones. En este caso está conformado por el caballero de espadas, el rey de oros y el rey de espadas.

Lo más interesante que se nos presenta a simple vista es nuevamente la nutrida presencia de naipes de espada. Como si el pensamiento o las ideas tuviesen prioridad tanto en el lugar donde te encuentras ahora y como en lo que te planteas lograr a futuro. De hecho resulta muy coherente y definitorio que teniendo un equilibrio de pensamiento y el surgimiento de nuevas ideas, esté dentro de tus planes o sueños la posibilidad de ir al mundo con ellos. Obtener cierta posibilidad de trascendencia, incluso superarlos y transformarlos en una forma fluida de conectarte con los otros. El caballero en este caso representa la posibilidad de transitar, de ser algo más. Y al ser de espadas este cambio, podría significar la opción de desprenderte de lo aprendido una vez que has llegado a lo que consideras el límite de tu interés en ese aspecto. Como si ya las ideas por sí mismas no fuesen lo suficientemente satisfactorias y en correspondencia con el ciclo natural de los palos del naipe, pudieras por ejemplo ir en busca de la unidad de las emociones, de esa potencialidad expresada en sentimientos. Por otro lado el rey de oros nos habla del deseo de disfrute de lo material o tal vez de las sensaciones y el cuerpo. Porque acá el rey no necesariamente significa ejercicio del poder sino más bien disfrute de una posición alcanzada. Igualmente que el rey de espadas estaría referido a dicho disfrute en el plano de las ideas. Resumiendo se podría pensar en un deseo de ir al mundo, de experimentar una transformación desde lo racional que posiblemente ya se sublima y da el paso hacia los sentimientos, al mismo tiempo que existe el deseo de goce pleno del cuerpo, quizás visto como capacidad o salud y también el anhelo de disfrutar con holgura de todo lo que has aprendido o de esas ideas que has conseguido concretar.

Tercera zona
La tercera zona la encontramos justo en la parte superior al centro y está relacionada con los factores a favor del logro de los deseos. En este caso está conformada por el cuatro de bastos, dos de oros y la sota de copas.

La primera carta de bastos aparece para ti aportando a favor del logro de tus objetivos o deseos. Como ya vimos antes el cuatro es equilibrio y armonía, en este caso asociados al aspecto creativo, intuitivo o sexual. Podría interpretarse como que la moderación en el aspecto creativo ayuda a lograr ese disfrute del cual hablamos en la zona de los deseos. A este se le suma el dos de oros. El dos es el estado previo a la explosión vital representada por el número tres y podríamos asemejarlo a ese estado de acumulación donde una semilla almacena energía proveniente de la tierra, del agua y del sol. Es un estado previo al nacimiento, un estado de gestación y aprendizaje, en este caso asociado a una capacidad material, física o sensorial. Podría pensarse también en un momento en que las necesidades se encuentran cubiertas gracias al recogimiento o al ahorro. La sota de copas habla de una tensión entre la acumulación y la explosión vital en el aspecto emocional. Tal vez, una duda. De alguna manera transitar entre guardarte y explotar sentimentalmente se hace favorable para lograr ese disfrute material e intelectual que está entre tus deseos. En resumen te podría aportar al logro de tus metas mantener un equilibrio intuitivo en lo creativo o sexual, mantener tus necesidades cubiertas o en un estado previo acumulativo y mantener viva cierta duda sobre tus sentimientos.

Cuarta zona
En la zona de abajo se encuentran las cartas que nos hablan de los obstáculos que te podrían impedir el logro de tus deseos. Aquí podemos ver la sota de espadas, el seis de espadas y el rey de bastos.

Contrariamente a lo que podría interpretarse en un primer momento, las cartas que se encuentran en esta área no representan necesariamente, un aspecto malicioso o maligno. Al contrario a mí me gusta pensarlas como ciertos aspectos e incluso logros de nosotros mismos, que nos impiden desarrollar enteramente lo que deseamos. Desde esta perspectiva, me parecería incluso más sano en algunos casos, permitirse la posibilidad de cuestionarse la prioridad o coherencia que tienen nuestros deseos, en función de la valoración de lo ya logrado. Primero que nada en esta tirada nos volvemos a encontrar con una acumulación de espadas. Lo cual resulta muy significativo si comprendemos que muchas veces son algunas ideas instaladas en nosotros las que nos inhiben de acceder a otras formas de organización de pensamiento o a puntos de vista diversos. En el caso de la sota al representar la tensión entre el deseo de acumular y de estallar energéticamente, nos dice que algunas ideas pueden que te hagan dudar y apareciendo en la zona de los obstáculos podríamos concluir que esta duda, particularmente, no es beneficiosa para el disfrute y la expansión del pensamiento que deseas. El seis número de la belleza y la plenitud, del encuentro con uno mismo y con nuestro gemelo, habla posiblemente de un envanecimiento intelectual. Una forma de pensar que nos gusta tanto, que nos impide un cambio o disfrute real, que está conectado indefectiblemente con acciones concretas en el mundo más que con una visión hedonista. El rey de bastos destaca por su vigor y nos dice que quizás cierto estado de plenitud y disfrute en el accionar creativo, tal vez una excesiva dependencia de tus deseos o intuiciones, tampoco juegan a favor en este caso concreto. En resumen la duda sobre algunas ideas concretas, algunas ideas que disfrutas mucho y tal vez una exacerbada plenitud creativa o sexual, podrían jugarte en contra del logro de las metas aquí planteadas.

Quinta zona
Está zona la encontramos a mano derecha y está compuesta por tres cartas de la tirada inicial y su complemento de tres naipes extras, representando el área de los consejos o exhortaciones. La base está compuesta por el As de oros, el seis de oros, el seis de copas y las complementarias leídas en sentido descendente son el caballero de bastos, el siete de oros y el seis de bastos.

Las cartas en esta zona pueden interpretarse como una respuesta directa a las cartas de la zona de los deseos (Tercera zona) o también podría tomarse como una orientación general referida a los distintos aspectos que fueron apareciendo a lo largo de nuestra lectura. Comenzando por el As de oros, habla de la potencialidad material. El As como representación de la unidad, contiene en sí a todo el resto de la escala numérica y por ende las cualidades de su palo respectivo. De tal manera que al interpretarlo podemos pensarlo tanto como el punto de partida, como la presencia de todos los aspectos de su pinta, pero en estado potencial. La imagen más elemental es la de la semilla, de la cual va a nacer el árbol, que tendrá hojas, y dará flores, de las cuales nacerán los frutos, que nos regalarán nuevas semillas, que nuevamente será árbol, y así hasta el infinito. En este caso las cartas aconsejan encontrar o apropiarse de esa semilla que en lo material nos permitirá dar. Porque además del sentido progresivo contenido en la lectura de las cartas, y su enfoque positivo desde la perspectiva de la búsqueda de autoconciencia, las cartas nos hablan de compartir el logro. La abundancia aquí no es tal si no es también para los otros. Lo significativo de ese As de oros como primera carta dentro de las exhortaciones, es que te anima a conseguir la semilla de la abundancia y el compartir. El seis de oros es la plenitud y el disfrute de ese estado material o sensorial, podría ser un cuerpo pleno, con mucha salud o recursos y el seis de copa te invita a que disfrutes de tus emociones. Que valores la posibilidad que te brinda la belleza de un sentimiento pleno. Como complemento el caballero de bastos te recomienda que si vas a salir al mundo, si vas a conquistar o a transformar tu entorno lo hagas creativamente, confiando en tu intuición. El siete es el número de las acciones concretas, de la resonancia, de los logros tangibles y en este caso si se lee en conexión con el resto de las exhortaciones, este naipe de oro simboliza que ese disfrute de lo material o sensorial impacte de manera concreta en tu entorno. Para terminar esta historia tuya de hoy, tenemos el seis de bastos, que visto por sí mismo representa la belleza de la creación o la plenitud intuitiva, o sexual. Y en lo que a mí concierne es una invitación plena al disfrute de tus zonas menos evidentes, más íntimas, una exhortación a que te permitas encontrarte creativamente contigo o muy posiblemente con algún otro que le sirva de espejo a eso tuyo que aún no conoces del todo.

IV. Decía al principio, que nuestro año ha comenzado de la manera más estrepitosa. Hablaba de cierto estado de incertidumbre. Nos sabemos sumergidos, hundidos casi hasta el fondo. Pero entonces ahí es donde pienso que ahora, en este momento, cualquiera podría dar fe. Cualquiera, como el maestro Palomares, podría decir: "Yo vi qué come el río y vi su mesa / y tenía platos como guayabas podridas y ganado muerto y casas / y todas las siembras que se llevó / y un hilo verde, muy verde, como un ángel." Cualquiera de nosotros podría ser testigo.
 Rafael Nieves


lunes, 15 de enero de 2018

Simpatía por el Diablo


1. Aprovechando que estoy en mi mes, me gustaría empezar declarando que siempre ha existido en mí una dicotomía basada en odiar mi cumpleaños y asumir que me resulta particularmente atractivo. Que su fecha coincida año tras año, con el primer día escolar lo hace si no interesante, al menos particular. Cumplir el siete de enero significa despertarse en la mañana con la doble expectativa de una posible felicitación y el regreso a esa rutina tan poco gratificante, que asocio a comenzar a levantarse más temprano, hacer la tarea y pelearse en el recreo. Panorama absolutamente más desolador cuando estudias internado y debes soplar la vela de la torta con el uniforme puesto porque ya al rato te depositarán en el instituto respectivo. El hecho es que cumplir ese día también ha traído un par de cosas interesantes. Una de ellas por ejemplo, es haberse preguntado toda la vida, qué animal es ese que tiene cuerpo de chivo y cola de pescado, con el cual la mayoría de los horóscopos representan al signo capricornio. Nunca está de más aclarar que, por más lector u obsesivo que uno sea, y que desde pequeño se haya cogido el hábito de leer todo lo que llevase ese emblema, sólo haya servido para alertarme sobre cuando perdería un trabajo inexistente o advertirme que hiciese las paces con una esposa que no tenía o facilitarme algún número que debía jugarme en la lotería. Sin contar que la mayoría de ellos están dirigidos a mujeres, lo cual resulta particularmente vergonzoso de admitir. Pero en mi caso, el tema fue la ausencia de cualquier tipo de literatura que me ayudase a desentrañar el contenido simbólico que tenía aquella imagen cornuda. Más adelante como es natural, a medida que iba creciendo, se fueron combinando en mi cabeza mis algo fallas nociones religiosas con mi adicción a las películas de terror y literatura de ficción. Aquella cabra-pez que aparecía en los periódicos dándome consejos en áreas tan diversas como la salud, el trabajo y el amor, fue mutando en mi imaginario a una suerte de Diablo inútil, que no podía trepar montañas rocosas a falta de pezuñas traseras y mucho menos respirar bajo el agua, a falta de las consabidas branquias, algo que queda muy claro, si alguna vez viste un chivo de verdad o al menos le das el uso adecuado a cualquier libro de ciencias de segundo grado de primaria. Otra cosa son las ideas que caminan (o reptan ¿?) junto al señor de los cuernos dominicales. Resulta que con el tiempo, la gente cercana que se ocupa de esos temas, termina conviniendo en que eres un típico capricorniano. Resultas ser obstinado y terco. Exageradamente organizado y con tendencia más bien maniático-obsesiva, combinada con un toque de frigidez emocional. Y es ahí donde decides que tienen razón los que se quejan de que no sirven para nada los horóscopos. Aún cuando sepas, que cada vez que les cae algún tipo de prensa escrita en las manos, van directo a las últimas páginas. Me imagino que para comprobar, que tipo de falacias se le ha ocurrido escribir esa vez a ese farsante que encima, seguro debe cobrar más que yo con todo lo que me sudo. Ahora, me pregunto, qué acto puede haber más demoníaco, que el sentirse asediado constantemente por el deseo intenso de consultar la suerte en el periódico, o por el de jugarse el número que trae el signo esta semana e incluso, el sentirse casi obligado a ser un poco más prudente en las respuestas que se le dan al jefe, no vaya a ser que se cumpla la profecía. Definitivamente en el horóscopo, mi signo es el de los cachos enormes que se enrollan. Igualito a los que seguro le van a crecer al bebé ese de Rosemary, que me leí en uno de los libros chiquitos que traía la revista Bohemia, porque en la película sale solo al final y casi no se ve nada.

2. Nadie puede culparme porque me guste el rock. Me gustan muchas otras cosas pero si insisto en hablar sobre esto, me siento obligado a reconocer que he cantado (muy mal por cierto) Sympathy for the devil. Muchos lo han hecho. Incluso antes de que yo naciera, y sobre todo con la siguiente muy común condición particular: No tener la menor idea de que dice la letra. No se trata aquí de la pronunciación, ni de relaciones profundas entre música y lenguaje. Esa cosa pegajosa, en la que lo único que reconocí por años fue la frase "Please to meet you...", es un excelente ejemplo para comprender los estragos que puede hacer una buena canción sea del género que sea. También es necesario reconocer la posibilidad de que cualquiera más devoto que yo (cosa no tan difícil), que tampoco  tenga noción del significado de la letra, ni la tolerancia suficiente, pueda llegar a desarrollar al enterarse del nombre Simpatía por el diablo, una hostilidad desinformadamente justificada en su contra. Así como contra cualquier peludo de franela negra e incluso contra cualquier otra canción proveniente de esa música del demonio. Sólo digo que es posible. Pero por otra parte sabemos, que esta relación disfuncional con el diablo no es del todo coherente. Y aunque es posible asociarla al desconocimiento del idioma extranjero, también es cierto el abuso por parte de los consumidores de música rock, de un uso excesivo de simbología abiertamente provocadora y de no moderar su tendencia pendenciera hacia casi cualquier otro género musical. Pero el equilibrio no es cosa del Diablo. Por otro lado sin embargo, podemos reconocer que una parte de nuestro acerbo histórico cultural, asumió y aún resguarda la figura del diablo, como parte integral de lo que nuestra respetada profesora Katrin Lengwinat reconoce como "Manifestaciones de mayor recogimiento" dentro del área llamada "Veneración a entidades divinas". Donde señala que "La representación del diablo entonces no atiende al Maligno como figura, sino como concepto. Es una expresión de la intención de controlar el mal." A lo que no hace referencia en su libro Panorama de tradiciones musicales venezolanas, es a lo que todo el que ha estado cerca de los cultores que hacen de diablo, cuando esta manifestación ocurre, sabe. No es necesario ser especialista para reconocer el placer profundo que sienten estos cultores-intérpretes, durante la manifestación y la puesta en escena de su rol. La pasión de la veneración, se encuentra aquí cruzada con la satisfacción del trabajo bien realizado dentro de la ceremonia-representación y el orgullo ante el reconocimiento de los otros participantes-espectadores. Al mismo tiempo, la conexión que muchos asistentes a estos eventos asignan a la fe devocional, podría hallarse estrechamente emparentada con el gozo, y la posibilidad de satisfacer una necesidad individual de danzar, gritar, perseguir y ser perseguido, embriagarse, en fin, extralimitarse de sus posibilidades cotidianas que en el encuentro con lo otro le es permitido, en el marco de esta ceremonia. Por momentos dejar de ser su yo cotidiano, con un nombre y unas costumbres reconocidas y aceptadas, lo mismo que en cierto modo le ocurre al amigo de la cabellera larga en medio de su concierto o en su cuarto con sus amigos y sus discos. Así no entienda la letra. Así solo grite "Please to meet you" y se sienta fantásticamente parte de algo, pero al mismo tiempo diferente a todos y así, sin saberlo, hermanado en la distancia y el tiempo a través de su simpatía por nuestro ángel gozón, caído en desgracia y complemento necesario, si es que por algún momento alguien desea comprender de que va la virtud. En otras palabras, está muy raro no tenerle un poco de cariño (y respeto claro está) al señor de los cachos.


3. Para exagerar un poco y complacer mi necesidad de ser desmedido, voy a decir que hasta hace pocos días resulté absuelto, en cierta modo, de mi temor al demonio. Para ilustrarlo mejor tomaré prestado lo que Sallie Nichols expone en su libro Jung y el Tarot, acerca de las cualidades arquetípicas de nuestro compañero con rabo y pezuñas, donde dice que "La idea de que la divinidad pueda abarcar los opuestos, incluyendo en ellos el área del oscuro inconsciente, así como de que el Diablo, por su parte, pueda poseer cualidades redentoras y brillantes, resulta sorprendente." Cuando digo que exagero es porque obviamente en mi afán de establecer un vínculo pretencioso entre los cachos de mi chivo astrológico, los Rolling Stone y las Cofradías de Diablos Danzantes he tenido que pedir cacao citando a una analista junguiana devenida en experta del Tarot, junto a una especialista etnomusicóloga reconocida. Pero aún así es preciso recalcar que todas estas visiones coincidentes no son del todo arbitrarias. Por el contrario pueden llegar a convivir en alguien tan atormentado, como podría estar en mi situación cualquiera, teniendo en cuenta la idea de pertenecer sin siquiera saberlo a esta herética y prolífica secta de adoradores del cachuo. La forma de comprobarlo la ofrece la señora Sallie más adelante en su libro, cuando hablando acerca de las cualidades arquetípicas del Diablo, hace un acercamiento a los distintos tipos de manifestaciones demoníacas con las cuales convivimos cotidianamente y que en cierta forma operan de forma inconsciente en nosotros. Uno de esos casos particulares fue el que me llamó a la reflexión. Se trata de un aparte relacionado con las posesiones. Al parecer todos podemos ser objeto de una posesión demoníaca. Teniendo en cuenta que, al igual que en el caso de la profesora Katrin, acá lo demoníaco no es una figura o un ser, sino una idea. En este caso esa zona oscura en nuestra psique, actúa sobre nosotros o mejor dicho potencia nuestra capacidad para sentirnos obsesionados por alguna cosa específica. Pero claro, como esto resulta demasiado fantástico para nuestra comprensión racional, le restamos importancia a todos esos arrebatos en los que no permitimos hablar a los demás durante una conversación, o nos alteramos a niveles siderales cuando nos llevan la contraria, o insistimos hasta el cansancio sobre temas que sólo nos importan a nosotros y decidimos establecer relaciones insólitas entre fenómenos incompatibles con tal de que nuestras ideas sean tomadas en cuenta. Llegando incluso a extraer citas diversas de libros impensables como si en cada reunión familiar, cada parranda con amigos o receso para el café, nuestra idea tuviese que ser reconocida, y divulgada, y si se puede, comprendida. Porque la verdad qué importa andar poseso, qué importa convertirse en un medio para que se manifieste esa zona apartada de nuestra mente, que finalmente es la expresión de una verdad más grande, más colectiva. Qué tanto equilibrio hace falta, cuando todo lo que está fuera de nosotros es un caos. Y el mundo se derrumba, y ya vienen los ángeles con sus trompetas, y la ciudad arde en llamas mientras yo y mis cuernos astrológicos, seguimos teniendo la razón. 

Rafael Nieves