lunes, 21 de agosto de 2017

Nada más

Pensé que voy a ser piedra. Porque ya no me miras y da lo mismo. Así que voy a hacerme duro y compacto. Para evitar que nada importe. Para no tener sentidos ni emociones. Entonces pensé que para eso primero debo dejar de ser gente y regresar a la tierra. Que mi cuerpo se descomponga en partes infinitas y se riegue, se disperse confundido con otras pequeñas partes de cosas que son aunque no las vemos. Y como ya no habrá tiempo, no importará cuanto tarde. Seguramente en el proceso podré completarme con otras cosas. Pedazos diversos de cosas, desechos menudos de vida. Sedimentarme junto a otros elementos y así poco a poco, alguna vez volver a ser algo compacto, sólido. Duro. Probablemente primero tendré que adaptarme, volverme parte de formaciones distintas. Y quebrarme, y romperme, y volver a juntarme de manera infinita. Hasta que por fin sea algo. Y ya no me importe y puedas lanzarme lejos. Romper alguna ventana o echarme al agua, y que me alise el río. Porque así entero, compacto, inerte, me sentirás a gusto entre tus manos. Pero eso para mí ya no será ningún problema.


Posiblemente algunos de mis trozos no se decanten mineralmente. O antes de hacerlo quieran ser hierba, arbusto, qué tal árbol. Con todas sus estaciones. Algunas hojas cayendo ahí cerca y volviendo a deshacerse al pie de alguna colina donde quieras recostarte. Desapareciendo de nuevo en la tierra y circulando otra vez como savia. En fotosíntesis constante, dando aire. Siendo yo abono y rama y quizás mango. Siendo ingerido y asimilado, masticado y defecado. Eyecto entre las hojas secas. Buscando la brisa, el sol y la lluvia hasta ser grande, y volver a huir de nuevo hacia la tierra a esconderme entre las cosas minúsculas. Ser de nuevo hierba, arbusto, que tal árbol con todas sus estaciones y olvidar todas las colinas, para que ya no importe quién me come, quién se guarece en mí o quién me tala.


Pero si soy alimento de algún animal silvestre, voy a estar en su sangre para darle vida. Y me voy a elevar todo cuanto pueda, para dejar atrás todo cuanto de mí pueda decirse. Con alas o sin ellas voy a vagar por el campo. Comeré y seré comido en infinidad de formas. Acecharé y seré acechado. Sin lástima, sin miedo. Y muy tal vez, muy quién sabe, algún pedacito mío, alguna pequeña célula se cuele hasta un animal nocturno. Una ínfima parte en un órgano, digamos de un ojo. Un ojo esquivo de gato. Uno de calle, arisco, que habrá de cruzarse en tu vida. Para no verte. Porque ahí en esa minúscula porción de vida, pedacito de ojo, ojo de gato, gato arisco de calle, estaré después de tanto y ya no me importará nada más, así me lleves contigo y pienses que soy solo tuyo.

Rafael Nieves

No hay comentarios:

Publicar un comentario