archivo personal |
Caracas Roja Laboratorio ha sido. Desde
hace mucho tiempo. Sobre todo. Lugar para partir, sitio para llegar. Horas imposibles
pero posibles. Días, semana, meses y algunas noches. Muchas noches. Durante
años, muchos años. La base, la familia, el hogar, la casa, el encuentro. Gente de
uno, de otros, variada. Y cuerpos, y mentes, y almas, y todo. Hermanos, primos,
amigos y tías, tíos, abuelo. Ha sido Caracas, pero también Maracay, Valencia, Barcelona,
Puerto La Cruz, Cumaná, Maracaibo, Puerto Ordaz, Upata, Guanare y alguna vez Yaracuy.
Mérida, Mérida, Mérida. Yucatán, Veracruz, San Luis Potosí, Tunja, Sogamoso, Medellín.
Para mí, sobre todo Bogotá. También Ámsterdam, Bruselas y Barcelona la de allá. Los tres
salones de ensayo del Alberto de Paz, sobre todo el último. Varias veces
salones con piano en el Teresa Carreño y hace mucho tiempo, una salita en el penthhouse
de Parque Central. Uno que nos prestó Ever y otro arrimados con Evelyn en
Vista Alegre. Muchas veces música electrónica, o popular, o instrumental. Otras
veces, algunos inventos míos. Ropa que yo hago o mandada a hacer y esa fascinación
tonta por las tiendas de ropa usada. Palabras, de otros, mías, mezcladas y
silencios. Variaditos los silencios. Cuentos, poemas y algunos diálogos. Pasos
de danza. Montones. Aprendidos, propios, prestados, inventados, con nombre, sin
nombre. Y arrastradas, y encaramadas, y forcejeos, y empujones, y rodadas por
el piso, y una que otra acrobacia. Y obras. Montones de obras. Cortas, largas,
solos, dúos, tríos, grupales. En salas, calles, galerías, parques, hospitales,
colegios y teatros, y otra vez salas y calles y así. Espacios chiquitos,
grandes, con forma de rectángulo o redondo o sin forma. Violentas o de amor, de
payasos, de gitanos, fúnebres, de vida, de dragones, de oso, de llano, de
hombre común con problema común. Mujeres y hombres. Casi siempre más mujeres
que hombres. Cantando, comiendo, brindando, recitando, tocando, danzando, siempre
danzando. Aviones, autobuses, en lancha. Carros, el mío y el de otros. Hijos,
perros, matas. Telones, vestuarios, banquitos, tambores, candelabros, caballos,
zancos, muñeco de trapo, bandolas, luces, parales, micrófono, cables y
bombillos, extensiones y regleta. Peroles, y peroles, y peroles. Caseros,
comprados, heredados. Tirro, mucho tirro. Fotografías y videos. De amigos, de
amigos de los amigos, de novios, de extraños. ¿Dije gentes? pues gente, más
gente. En las obras, fuera de ellas, en las clases, en salones, en la calle, en
la casa. En Caracas, fuera de ella. En el país, fuera de él. En este mundo y en
el otro. Cosas imaginadas, realizadas, compartidas, inventadas, resueltas, confusas,
sencillas, mías, de todos. Muy pensadas o no, espontáneas o no, aplaudidas o no.
Y Caracas querida y dejada de querer, y querida nuevo y vuelta a dejar, y una
vez, y otra, y más...
archivo personal |
Caracas Roja Laboratorio ha sido. Un poema, un cuento, un almanaque, un álbum, un recorte, varios recortes, un collage. Una lista interminable de cosas. Instantes, muchos instantes. Uno solo, que algunos hemos vivido. Una risa, un sollozo, un abrazo. Un estremecerse, una caricia, una delicia que ha sido todo este tiempo. Una vida, una danza.
Rafael Nieves
No hay comentarios:
Publicar un comentario