Tengo ya mucho tiempo
leyendo y escuchando cómo algunos intentan acercarse al tema de la danza y
darle forma. En algunos casos inclusive he comenzado a darme cuenta cómo a base
de repetir mucho algunas nociones sobre el cuerpo y usando categorías increíbles
pretenden instruir al resto acerca de cómo se debería danzar, y por supuesto,
también cómo no. De no ser porque ya hay muchachos que empiezan a creérselo
pensaría que ejercicios como esos están destinados simplemente a generar
polémica y a sacarle fiesta a los que desde su hacer si saben de qué están
hablando cuando se refieren a creación desde el cuerpo.
Ila Nieves |
Un caso particular dentro de
ese universo de cosas vividas es lo que se conoce en el ámbito de la expresión
del cuerpo como improvisación. Me refiero específicamente a la que se da en torno
a esa otra expresión que se conoce como Danza Contemporánea, y que al mismo
tiempo me ha ayudado a comprender y ampliar mi labor de intérprete en una
dirección contraria a lo que justamente se entiende como Danza Contemporánea.
Hasta cierto punto he pensado que podría llamarse así, simplemente
Improvisación pero en realidad, si en su uso cotidiano no aclaramos su relación
genealógica con la danza y con lo contemporáneo podríamos terminar hablando de
cualquier otra forma de manejo de lo expresivo en el cuerpo, desde danzas
urbanas con sus batallas y figuras asombrosas hasta lo terapéutico incluido el
movimiento auténtico y otras opciones somáticas.
El caso es que si me tocara
específicamente explicar qué es lo que hago tendría que comenzar por definir
estas cercanías y estas distancias, y aunque parezca algo fantástico, en
realidad ese nunca fue mi plan. Pero ya que la vida nos colocó en la labor de
construir incluso un pensum de estudios universitarios con programas sobre la
Improvisación, merece al menos el bosquejo de un breve esquema que trasluzca
cómo desde mi experiencia llegué a este lado de la danza y a ejercer a tiempo
completo cómo improvisador. Porque hay que sincerarse alguna vez, ser
agradecido y en definitiva siempre vale la pena echar algunos cuentos. Por
supuesto que todas esas crónicas no caben en este esbozo pero me decanto por
tres muy sentidas a ver si pego alguna.
afiche promocional Festival de Improvisación |
1.
Neodanza, Jennifer Monson y el Festival de Improvisación
La primera vez que vi una
obra de Neodanza de Caracas quería estar ahí. Yo creo que eso era normal, es
decir nos pasaba a todos los que iniciándonos en la danza se nos ocurría
asistir a obras como Carne en Doce Escenábolos y así. La historia completa de
esa compañía no me la sé, pero sí recuerdo que uno de los mitos que recubría
aquellos espectáculos y a sus integrantes era que todo lo que hacían era
improvisado. Corrían los años ´90 y es posible que eso ya estuviera pasando en
el mundo desde hace más de 20 años, pero que una gente que uno podía
encontrarse en los pasillos del Instituto o después de alguna función o en la
calle tuvieran esa facultad, era algo fantástico. Algún tiempo después tuve la
oportunidad de participar en una de sus obras y así fue cómo mágicamente conocí
París y Londres, pero no fue hasta finales de 1999 cuando ocurriría lo que yo
creo fue el gran evento. Porque una cosa es que te pongan a hacer algo y uno
trate de copiarlo para hacerse parte, y otra muy diferente es tener la
oportunidad de aprender. Durante aquellos años, entre el Instituto y Espacio
Alterno nos hacían parte a los más suertudos de una cantidad enorme de
información en torno a las técnicas de la Nueva Danza, pero justo fue Inés Rojas
y Neodanza los que se preocuparon específicamente por el tema de la
improvisación. Recuerdo que a finales de aquel año, en un esfuerzo conjunto de
Neodanza y Contradanza, en la persona de nuestra querida Hercilia López,
estructuraron un taller de dos semanas con Jennifer Monson, bailarina
norteamericana enfocada específicamente en la improvisación. Ya había
transcurrido algún tiempo desde el último Festival de Danza Postmoderna organizado
por el Instituto y mucha de la información estaba en pleno proceso de amalgamamiento.
Para los que comenzábamos se abría un camino que no sabíamos se nos iba a hacer
de vida. Después de aquellos tiempos vendrían años de exploración y creación en
torno a esa forma espontánea de asumir la creación. Conoceríamos gente que no
iba a necesitar pasar por los procesos formativos tradicionales para acceder a
la danza. Incluso envidiaríamos su desparpajo. Entre todas las maravillas que
produjo aquella experiencia es ineludible hablar del Festival de Improvisación que Inés
organizaba año tras año y que se convirtió para los adoradores de la danza
improvisada, en un indiscutible espacio nuestro de reconocimiento y encuentro.
Como nota curiosa está la anécdota de cómo se construyó la primera edición del
festival, que realmente fue la muestra de los resultados del taller antes mencionado.
Recuerdo claramente la emoción/angustia de todos los que hacíamos parte y
también cómo Jennifer organizó la intervención de cada uno en grupos de dos,
tres o cuatro personas con pautas específicas. Haría falta un año más para que
Inés nos convocara de nuevo y cada uno presentara su interpretación particular
de lo que era improvisar. Bueno ese año se vio de todo. Diecisiete años
después, es decir hace un año, volvió a invitarme, y lo hicimos, y desde
entonces no he parado de desear que lo haga de nuevo.
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2.
Rommel Nieves, 100%Impro y la otra forma de la danza
Si, es mi hermano, listo,
ahora hablemos de los aportes. Para mí hablar de improvisación en Venezuela es
también hablar de Rommel y su proyecto. Sé inició como muchos en el Taller de
Danza de Caracas, pero su incorporación a la improvisación se realizó en un plazo
muy corto. Durante muchos años hizo parte de Neodanza, y también estuvo en el
taller con Jennifer, y al igual que algunos de nosotros fue asiduo del Festival
de Impro mientras duró; pero lo que quiero, adónde deseo enfocarme es
específicamente en su proyecto 100%Impro, donde además de desarrollar una
carrera como creador y solista independiente, exploró y realizó durante mucho
tiempo algunos de los experimentos de danza más acordes a los tiempos que
corren en nuestro país. Aunque su obra es posible enfocarla de múltiples
maneras, yo voy a intentar tres posibilidades específicas que a mi parecer,
ahora se perciben cómo naturales en los discursos creativos asociados a la
improvisación, pero que en lo personal pienso se deben en gran medida a la
línea de investigación específica que ha tenido su trabajo y cuyo desarrollo
ameritó mucho riesgo a nivel creador. También me permito escribir esto porque creo
que aquellas experiencias no han sido debidamente documentadas y más de uno por ahí, puede
llegar a pensar que está descubriendo el agua tibia o que el trabajo que
estamos haciendo en la actualidad no tiene referentes directos en nuestro país.
Primero, si bien Neodanza trabajaba
con improvisaciones, también incluía material memorizado y en sus puestas en
escena era común el uso de objetos que complementaban el discurso de los
cuerpos. Ahora si en algunos casos Rommel también usaba objetos, estos no
contenían una carga discursiva definitiva en la lectura de sus obras. En mi
parecer esto se producía porque en su mayoría el discurso descansaba sobre el
cuerpo. Esto se hizo evidente en la medida que fue avanzando en su exploración.
Los límites entre el material físico de las obras y su exploración física, se
distancian de la construcción de obra para irse instalando progresivamente en
la construcción del individuo como intérprete. Entonces su manera de moverse,
pautas particulares o búsquedas específicas hacen que el discurso repose en su
identidad particular constituida sobre su investigación personal. La obra
básicamente se ha ido alojando en él. Esto lo podemos ver en las búsquedas
actuales que se dan en torno a la valoración del aporte individual del
intérprete. Desde esta perspectiva creo que él es uno de los pocos en el país ha
llevado está posibilidad hacia sus límites. Segundo, el formato en torno al cual tornó su exploración construyó
nuevas posibilidades muy poco visibles en nuestra danza hasta hace pocos años.
Como si fuera algo natural la improvisación se convertiría en el lenguaje ideal
para que la danza conviviera con la calle. Ropa común, zapatos, sin piso
especial. O como se le puede ver aun en videos danzando en sitios nocturnos,
acompañado de músicos electrónicos. En estos momentos podríamos permitirnos
pensar que es normal que algún bailarín ocupe con una improvisación un espacio
pensado para otra cosa, o que un bailarín por su vestimenta sea indiferenciable
de un transeúnte común hasta que empieza a moverse, o que una movilidad natural
como sentarse, caminar, correr pueden ser danza, pero eso costó mucho tiempo
para ser reconocido como tal. Recuerdo aun verlo llegar a danzar en franela,
zapatos deportivos y short playero. De hecho todavía existen muchos que
preferirían llamar a aquello performance o arte corporal antes que danza. Tercero, la incorporación de música en
vivo mezclando DJ´s, con banda de rock o creadores de arte sonoro en un contexto
de danza. Desde las antiguas galas de danza o eventos compartidos, hasta
temporadas en las que la música electrónica se hacía en vivo, llegando incluso
a incorporar los sonidos que él mismo producía en las pistas con las que
bailaría más adelante en el mismo espectáculo. Aun guardo un disco que contiene
la Banda Sonora Original compuesta por Daniel Calvo para su espectáculo
Círculos. Lo compré junto a otros discos en un concierto de Babylon Motorhome,
que era la banda donde tocaba Daniel. Esta lista podría alargarse, pero pienso
que sería mucho más interesante si los muchachos que están haciendo
investigación sobre la improvisación, la danza en Venezuela o nuestras
agrupaciones y eventos buscaran la manera de contactar con esos creadores que
han contribuido a construir lo que hoy tenemos, para referenciarse y no andar repitiendo
marcos teóricos.
fotografía Jonathan Contreras |
3.
Rafael, improvisación y realidad
Si alguien me hubiese
contado hace 15 años que todo esto iba a llegar a pasar, sinceramente, no se lo
creo. Para simplificar el cuento necesito decir que mi búsqueda creadora nunca
estuvo enfocada de manera unívoca hacia la improvisación. La he cultivado con
todo el placer que he podido durante años pero nunca imaginé que ese espacio
particular de conocimiento terminaría cruzando transversalmente todo lo que
hago. Es decir, he pasado mucho tiempo dedicando esfuerzo a otra cantidad de
áreas para no detener mi crecimiento como intérprete, pero nunca, después que
empecé he dejado de improvisar. Si pudiera nombrar a título personal otra
experiencia que ha marcado mi relación con la improvisación tendría
necesariamente que referirme a aquel viaje de tres meses entre Ámsterdan y
Bruselas para trabajar con David Zambrano. Pero también a la admiración que
despertó en mí el trabajo que se hacía en Neodanza, o el asombro ante la
capacidad de adaptación e inventiva de Rommel. Por supuesto a la constancia de
Inés y el Festival de Impro. A la maestra Hercilia que me llamó a trabajar por
primera vez en el IUDANZA y su incitación constante para que insertara cada vez más
información sobre trabajo de contacto que es realmente el área donde me siento
más a gusto. Porque sí, dentro de la improvisación no todos somos iguales y es
quizás eso lo que más me hace reincidir. Pero si tuviese que elegir un alegato
para la improvisación, me decantaría por mi trabajo como creador. Porque así
como la improvisación me ha permitido ser cada vez más libre, también me ha
permitido acercar los cuerpos más disimiles a la danza. Años trabajando con actores, con
artistas del cuerpo, gente con ganas y también con bailarines, con otros
bailarines. Y finalmente hacer obras, poder seguir haciendo obras en medio de
tanto desgaste. Eso me lo ha dado la improvisación y el trabajo de contacto.
Reconocer las posibilidades infinitas de mi cuerpo. Pero bien, ahora, en estos
tiempos que corren, la improvisación también se ha convertido en la posibilidad
de los que no pueden acceder a las condiciones "óptimas" que amerita
hacer la danza. Por eso se me hace necesario el reconocimiento a los que
exploraron esas posibilidades desde la búsqueda estética y no sólo desde la
necesidad que es lo que hoy conocemos. Por eso me provocó hoy celebrarlos,
sinceramente. Por eso y porque estoy seguro que aunque las condiciones fueran las
mejores estas opciones seguirían existiendo. Y además porque si un día me deja
la danza, siempre voy a poder seguir improvisando.
Rafael Nieves
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