para
Alan y Luis Vicente
Hay cosas para las cuales no
tengo más que la imaginación. Son cosas no-sabidas enteramente. Elaboraciones
construidas a partir de algún relato o la convivencia con gentes que si conocen
estas cosas. A medio camino entre lo desconocido y lo inventado. Algún falto de
fe diría: casi un chisme. En esta categoría de cosas se incluyen objetos,
lugares, experiencias y alguna que otra maravilla.
Fotografía Sergio Pérez |
Lo que me hace detenerme en esas,
las cosas no-sabidas, es el vínculo posible. Lo que podrían llegar a ser en mí,
en nosotros. Es decir lo que el otro me muestra y me deja encantado. La idea de
un sabor, de un sonido, de unos cuerpos. Y los amores.
Pienso en Güiria, no la conozco.
No me la sé. Pero tengo un par de cariños entrañables de la danza que me la
dicen, me la cuentan. Y desde ese no-saber me maravillo, me enamoro de esa
posibilidad. Y pienso en la playa. En una ciudad con su liceo y su alcaldía
quemada, sus canchas y sus fiestas. Y entonces uno de los amigos se aparece
después de unas vacaciones con una botella de plástico desechable llena de
Mabí, bebida que sacaron de las costillas de una mata, que cura y refresca. Y
después aparece el otro con un pedazo gigante de pipote petrolero, que contiene
la música maravillosa de los martillos y los hierros y del mar. Y me enamoro
más.
Y me digo que ese es mi trabajo,
enamorarme y enamorar.
Fotografía Sergio Pérez |
Y de regreso, nos pienso a todos acá, entre amores y danzas, nutriéndonos de lo que podemos compartir. Extrañando los cangrejos y la playa. Haciendo Cuguyón con lo que podamos. Creando un guiso de amores locos y danza, que se parezca un poquito a esa Güiria tan querida, que yo no me sé.
Rafael Nieves
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