lunes, 10 de octubre de 2016

Vade retro

fotografía Jonathan Contreras


I.
-Vamos hacia atrás compa.
-¿Y cómo es eso?
-Bueno ¡en pretérito pues!
-Péguele.




II.
10. Tirado en el piso, viendo el techo, sudando, agitado. Ya todo es recuerdo. Hasta las cuatro cosas bonitas que le dije.

9. Hora y media sin saberse. Sólo mover, sólo querer. Puro agite y esencia. Cuerpos encontrados en disfrute. Pura danza acontecida.
  
8. Subir siete pisos disfrazados de seis. Porque quién quiere gastar las piernas esperando ascensor y llegar a la clase mañana. 

7. El café en la esquina, más maña que vicio. El tercero del día.

6. Amarrando la bicicleta y colgando el bolso antes de sacar el sencillo. Desabrochando el casco para secar el susto. 

5. La calle está fuerte. Rico el sol, pero los carros pisándole a uno los talones. Mejor no pasarse semáforos de carros y peatones, porque para dos ruedas no hay. 

4. Si sales a tiempo no tienes que correr, pero como cuesta bajar con tanto perol por la escalera. Mejor ponerse de una vez el casco y sacar la llave.

3. Le dije: -Voy a comer sólo lo suficiente-. Pero me ganaron los sabores y el cariño.

2. Un beso y gracias por las atenciones. Recuerdo que le dije cuatro cosas bonitas.

1. Así empieza la tarde. Me voy para la danza.

fotografía Jonathan Contreras
III.
Cuando yo cuerpo me pienso, me pienso en ahora.

Pensarme en antes me cuesta. No sé definir un cuando, porque el tiempo se dobla al encuentro de las ideas de mí que tengo, y entonces sé, que lo que fui no es más yo. Como cuando encuentras un cajón de fotos viejas donde conviven distintos yo pasados. Pero con el agravante maravilloso, de memorias que se mezclan. A veces a gusto, a veces a disgusto. De manera que soy este ahora que es ayer.

Yo, ya no me recuerdo. Pero me queda el anhelo de mañana. Y la danza que se constituye sobre ese hoy constante que fluye en todas direcciones.

Cuando me pienso en ayer, tengo que aceptar que no me sé tanto porque ya no soy. Y está este otro que piensa un poco distinto y le duele algo o ya no lo siente. Puedo entonces, felizmente, proponerme un orden nuevo. Constituirme distinto. Ser mi propio y nuevo sustituto.
Rafael Nieves

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