Ante todo quiero suplicar
que por favor no te molestes, porqué habiendo pasado tanto tiempo se me haya
ocurrido hoy recordarte. Pero es que en estos días tan llenos de finales y
despedidas, no he podido dejar de pensarte y sobre todo agradecerte entre otras
cosas, por aquellos años tan intensos de Natural Born Killer, The Smith y
viajes en autobús hasta Cubiro. También muy especialmente por algo que hicimos
juntos hace ya casi veintidós años y tiene nombre de ángel.
Como he esperado tanto en
escribirte y han pasado tantas cosas, me pregunto si aun recuerdas aquella vez que
vestidos de azul y blanco hicimos juntos una danza en la plaza Bolívar, descalzos,
correteando palomas atraídas con arroz. En nada me avergüenza decirlo (sólo que
no sé ya que piensas de estas cosas) pero esa que fue creo mi primera obra, se
sigue pareciendo mucho a lo que estoy haciendo ahora. Después de haberme matado
años estudiando, investigando y componiendo. Después de premios y viajes. Como si
en una especie de círculo perfecto (cosa que con sinceridad asusta), la plaza
sigue en el mismo sitio con sus palomas que adoran el arroz y yo continúo
arrastrándome por el piso, corriendo y danzando descalzo por la calle, cada vez que
puedo darme el lujo. Casi como si mañana yo pudiese hacer la misma obra. Como
si el viaje me trajera de regreso y al mismo tiempo todo siguiera su curso. Por
otro lado, pensarte en eso me ha hecho pensarte en muchas de mis cosas primeras.
Primera compañera de obra, primer tatuaje, primer intento de hacer familia y
algunas cosas más que no me atrevo a poner por escrito. Incluso mucho más allá
de mis torpezas. Fíjate que hermoso Gabriel tan grande y sorpresivamente
adulto. Debo confesar que el detonante principal aunque no el único, de estas
ganas de escribirte, está en que hace poco me llevó de paseo. Hacía tanto que
no iba de copiloto que no pude evitar recordar el Ford blanco y el pantalón Levi´s
rojo. Ese que me regalaste y nos gustaba tanto. Inevitable la implosión recordando
los días de Pulp Fiction, las visitas al Cementerio y ese cassette que tenía
una mezcla de Misfits, Jane´s Addition y Bauhaus. Me resulta un poco vergonzoso
confesarte que usé Belalugosi´s Dead hace algunos años para hacer una obra.
Pero si al caso vamos pienso que esos nuestros años, están tan de nuestra parte
que resultaría más bien mezquino limitarme a los gustos en común por algunas
bandas, el vino tinto y a Cortázar con su bebé Rocamadour. Claro que para ser
justo no puedo dejar afuera el detalle de las tres obras en las que me he
valido del 62 Modelo para armar que
tú me regalaste.
Perdóname, sé que todo esto
puede parecer un poco molesto en la distancia y en el tiempo. Sobre todo ahora
que estamos tan lejos en tantos sentidos, que no puede parecer menos que incoherente,
pero es que como ya intenté explicarte, en estos días he sentido que la vida me
está exigiendo que me ponga orden, y mejor ahora antes que sea ya tarde y no
puedas leerme o yo no pueda escribir esto, que seguro va a quedar por ahí
colgado y aunque sea muy de lejos puede que te llegue. Así sea a través de esas
amigas nuestras que siguen acá cerca y se han ido haciendo mayores igual que
nosotros. Por otro lado me gustaría, si pudiera ser posible, que por favor me
excuses con tu familia por los malos tratos que en esos momentos grises nos
hemos dado. Tú sabes muy bien el afecto que le preciso a los que supieron
soportarme y aun de vez en cuando hacen el esfuerzo.
Te decía que esto puede
parecer incómodo o molesto pero es que sacando cuentas y juntando me ha
parecido que puedo llegar a ser incomprensible sin ese tiempo que nos dimos. Ese
tiempo que te debo. Sin Gabriel que es tan hermoso y ese lejano día que corrimos
descalzos persiguiendo palomas en la plaza Bolívar. Comprender se hace muy arduo
si uno no valora en su justa medida la pasión con la que decidimos que la danza
era el camino y también el cariño de nuestras cosas en común. Casi tan difícil
como ver llegar a Gabo tan grande manejando, diciéndome "pa" y
llevándome a dar una vuelta. Hacer de copiloto tiene un aire tan feliz en estos
días. Inevitable seguir rebuscando en Cortázar y extrañar el vino tinto. No
vayas a sentirte mal si todo esto te parece ridículo. Puedes reírte
tranquilamente y sin dudarlo, porque finalmente ambos sabemos que esto que me
pasa se parece demasiado a un achaque sensiblero de viejo y en nuestros días
fuimos implacables con ese tipo de debilidades.
Ya para despedirme te cuento
que de algo sirvió mi costumbre de guardar esas fotos feas que tú desechabas
cuando mandábamos a revelar los rollos de la cámara. Esas fotos borrosas o con
dedos atravesados, ojos volteados y posturas indecibles que no iban al álbum
que ibas armando con tanta devoción. Son un hermoso recuerdo de lo jóvenes que
fuimos. También guardo el dije de
plata en forma de corazón que tanto te gustaba, el anillo con el OM que me
mandaste del extranjero y como has podido comprobar esta tarde tan distante, un
montón de recuerdos y las ganas extraviadas de serte agradecido.
Rafael Nieves
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