lunes, 3 de julio de 2017

Gracias

Ante todo quiero suplicar que por favor no te molestes, porqué habiendo pasado tanto tiempo se me haya ocurrido hoy recordarte. Pero es que en estos días tan llenos de finales y despedidas, no he podido dejar de pensarte y sobre todo agradecerte entre otras cosas, por aquellos años tan intensos de Natural Born Killer, The Smith y viajes en autobús hasta Cubiro. También muy especialmente por algo que hicimos juntos hace ya casi veintidós años y tiene nombre de ángel.


Como he esperado tanto en escribirte y han pasado tantas cosas, me pregunto si aun recuerdas aquella vez que vestidos de azul y blanco hicimos juntos una danza en la plaza Bolívar, descalzos, correteando palomas atraídas con arroz. En nada me avergüenza decirlo (sólo que no sé ya que piensas de estas cosas) pero esa que fue creo mi primera obra, se sigue pareciendo mucho a lo que estoy haciendo ahora. Después de haberme matado años estudiando, investigando y componiendo. Después de premios y viajes. Como si en una especie de círculo perfecto (cosa que con sinceridad asusta), la plaza sigue en el mismo sitio con sus palomas que adoran el arroz y yo continúo arrastrándome por el piso, corriendo y danzando descalzo por la calle, cada vez que puedo darme el lujo. Casi como si mañana yo pudiese hacer la misma obra. Como si el viaje me trajera de regreso y al mismo tiempo todo siguiera su curso. Por otro lado, pensarte en eso me ha hecho pensarte en muchas de mis cosas primeras. Primera compañera de obra, primer tatuaje, primer intento de hacer familia y algunas cosas más que no me atrevo a poner por escrito. Incluso mucho más allá de mis torpezas. Fíjate que hermoso Gabriel tan grande y sorpresivamente adulto. Debo confesar que el detonante principal aunque no el único, de estas ganas de escribirte, está en que hace poco me llevó de paseo. Hacía tanto que no iba de copiloto que no pude evitar recordar el Ford blanco y el pantalón Levi´s rojo. Ese que me regalaste y nos gustaba tanto. Inevitable la implosión recordando los días de Pulp Fiction, las visitas al Cementerio y ese cassette que tenía una mezcla de Misfits, Jane´s Addition y Bauhaus. Me resulta un poco vergonzoso confesarte que usé Belalugosi´s Dead hace algunos años para hacer una obra. Pero si al caso vamos pienso que esos nuestros años, están tan de nuestra parte que resultaría más bien mezquino limitarme a los gustos en común por algunas bandas, el vino tinto y a Cortázar con su bebé Rocamadour. Claro que para ser justo no puedo dejar afuera el detalle de las tres obras en las que me he valido del 62 Modelo para armar que tú me regalaste.

Perdóname, sé que todo esto puede parecer un poco molesto en la distancia y en el tiempo. Sobre todo ahora que estamos tan lejos en tantos sentidos, que no puede parecer menos que incoherente, pero es que como ya intenté explicarte, en estos días he sentido que la vida me está exigiendo que me ponga orden, y mejor ahora antes que sea ya tarde y no puedas leerme o yo no pueda escribir esto, que seguro va a quedar por ahí colgado y aunque sea muy de lejos puede que te llegue. Así sea a través de esas amigas nuestras que siguen acá cerca y se han ido haciendo mayores igual que nosotros. Por otro lado me gustaría, si pudiera ser posible, que por favor me excuses con tu familia por los malos tratos que en esos momentos grises nos hemos dado. Tú sabes muy bien el afecto que le preciso a los que supieron soportarme y aun de vez en cuando hacen el esfuerzo.

Te decía que esto puede parecer incómodo o molesto pero es que sacando cuentas y juntando me ha parecido que puedo llegar a ser incomprensible sin ese tiempo que nos dimos. Ese tiempo que te debo. Sin Gabriel que es tan hermoso y ese lejano día que corrimos descalzos persiguiendo palomas en la plaza Bolívar. Comprender se hace muy arduo si uno no valora en su justa medida la pasión con la que decidimos que la danza era el camino y también el cariño de nuestras cosas en común. Casi tan difícil como ver llegar a Gabo tan grande manejando, diciéndome "pa" y llevándome a dar una vuelta. Hacer de copiloto tiene un aire tan feliz en estos días. Inevitable seguir rebuscando en Cortázar y extrañar el vino tinto. No vayas a sentirte mal si todo esto te parece ridículo. Puedes reírte tranquilamente y sin dudarlo, porque finalmente ambos sabemos que esto que me pasa se parece demasiado a un achaque sensiblero de viejo y en nuestros días fuimos implacables con ese tipo de debilidades.



Ya para despedirme te cuento que de algo sirvió mi costumbre de guardar esas fotos feas que tú desechabas cuando mandábamos a revelar los rollos de la cámara. Esas fotos borrosas o con dedos atravesados, ojos volteados y posturas indecibles que no iban al álbum que ibas armando con tanta devoción. Son un hermoso recuerdo de lo jóvenes que fuimos. También guardo el dije de plata en forma de corazón que tanto te gustaba, el anillo con el OM que me mandaste del extranjero y como has podido comprobar esta tarde tan distante, un montón de recuerdos y las ganas extraviadas de serte agradecido.

Rafael Nieves

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