lunes, 23 de octubre de 2017

Especulaciones


Me mordió un perro. Sí, así como se lee. Nada de conjeturas ni interpretaciones. Un perro me mordió. Sin embargo una amiga muy querida que iba pasando en el carro de su novio, pudo verme minutos antes de que ocurriera. Al parecer pasaron cerca de mí aunque no tanto. Lo suficiente para que momentos después se enterase de mi desafortunado final de tardecita de domingo lluvioso, y pensase con insistencia que todo hubiese sido diferente si me hubiera saludado. Imagino que con esto podría referirse a pedirle a su novio que tocase la corneta del carro. O tal vez a asomar la cabeza por fuera de la ventanilla para gritar mi nombre. Aunque siempre es posible que dependiendo de mi nivel de introspección, hubiese bastado con un silbido suave que me trajese de vuelta a esta realidad de semáforos inútiles, aceras sucias y perros que muerden. Sin embargo, por muy improbable que parezca a cualquiera de mis conocidos alguna de estas opciones, además de poco realista cuando se trata de mi capacidad de aislamiento social, me ha dado por pensar en otras posibilidades. Algunas mucho más sencillas, como por ejemplo esa de dar por sentado que cualquiera que pasee su perro por la calle debería ser responsable de los niveles de agresividad de su mascota. Digo algo simple como ponerle un bozal, sobre todo si se trata de un lindo y muy fino Bull Terrier. Pero qué hay de otras posibilidades no tan sencillas. Alguna que por ejemplo suponga no poner la culpa en el agredido, aunque sepamos que algo como eso amerite hacernos responsables de situaciones no tan placenteras. No se puede ser tan sinvergüenza como para andar queriendo convencer a los demás, de que andan por el mundo propiciando la furia canina o detonando la venganza del universo, de la cual los dientes de perro serían una especie de brazo ejecutor de la justicia divina, especialmente en contra de los que se visten de color oscuro. Y si hablamos de posibilidades, que tal que en nuestra ciudad o en algún otro lugar del país hubiese algún lugar serio donde quejarse por una agresión cualquiera. Que pasaría por ejemplo si en el sitio adonde acudimos para que nos atiendan después de algún accidente de este tipo nos trataran con amabilidad y hubiese la medicación necesaria. Y que como es un derecho, estuviese garantizada la atención legal. Imaginemos que responsabilidad, seguridad y salud hicieran parte de la razón de estado. Y que ese estado velara por el bienestar de todos y no sólo por el de él mismo. Incluso por el de los que tienen perros que muerden. Claro que esto ya entra en el plano de las especulaciones y es un deber fundamental atenerse a los hechos. Tratar de no exagerar, ni caer en conjeturas e interpretaciones. Yo por ejemplo, cada vez que me preguntan sonrío e intento describir con exactitud esa tardecita de domingo lluvioso: -Me mordió un perro.
Rafael Nieves



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