lunes, 30 de octubre de 2017

El favor


Ante todo, gracias. Al final del pasillo queda una última escalera. El ascensor del cuarto piso te deja cerca. Cuando llegues, camina hacia tu mano izquierda. Después sigues hasta el fondo y te la vas a encontrar a mano derecha. Las escaleras siempre se sienten oscuras por la luz de día que da tan plenamente en el pasillo, así que no te asustes. Tienes que subir dos pisos. En cada uno vas a encontrar un rellano con dos apartamentos de puertas que dan una frente a la otra. Estando ahí te vas a sentir de verdad como en el estómago del bicho, pero tú tranquilo que sabes que estás cubierto. Tú, sube. Tampoco le pares mucho al olor a basura del bajante. La cosa es en el piso seis. Vas a reconocer la puerta porque la madera está botando una pintura verde agua que le pusieron quién sabe cuándo. Tienes que tocar con los nudillos. No tan fuerte porque a veces está ocupada y necesita recomponerse para atender a otra gente. La puerta tiene un ojo mágico bajito. A veces se asoma y no abre, así que ten paciencia. Y no te preocupes porque ella nunca sale, es como si le hubieran puesto una orilla de sal en la puerta. Después que te abra le echas el cuento que te dije. Normal que estés nervioso, así que no le des mucha importancia al sudor y esas cosas que lo delatan a uno. Eso sí, cuando ya estés adentro no te vayas a poner a hablar de más. Tú tranquilo. Cuando está libre la cosa empieza en la cocina, te sirve un guayoyo y te pregunta quién te mandó. No te asustes que no es ninguna prueba. Son ganas normales de averiguar la vida ajena. De hecho apenas le digas quien te manda, te va a preguntar por mí. Tú dile cualquier cosa, pero no le des muchos detalles. Ahora, si todavía tiene gente en el cuarto que es donde ella atiende, te va hacer sentarte en la sala. En un sofá lleno de cojines desde donde se ve el cielo por entre el balcón y las matas. Entonces ahí es que vas a aprovechar. Cuando te deje solo. Porque a tu mano izquierda, en un rincón que está casi detrás de la puerta, vas a ver una madera grande recostada en horizontal. Detrás de ella, escondida, hay una especie de maqueta hecha con peroles. Con juguetes de plástico, y carritos de hierro, y una sangre, y unos muñequitos acostados. Como la representación de un choque grande. Con muertos y todo. Por favor trata de ver bien el color de los carros. Y cuantas figuritas acostadas hay en el choque. Además fíjate, si hay una mujer catira. Después te sientas, y listo. Cuando salga le puedes decir que te arrepentiste; que estando ahí lo pensaste mejor y no vas a mandar a hacer ningún trabajo; o que lo que quieres es que te haga una consulta. Si no, le dices que te sentiste mal, entonces le pides que te abra, y te desapareces. Puede que se moleste, pero qué te va a estar importando eso. Sobre todo si te cruzas como te dije y no le dices tu nombre completo.

Rafael Nieves


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