De la danza contemporánea te
puedo hablar. La cosa es que como hace parte de mis posibles, los límites entre
realidad e interpretación en ese espacio de privilegio se hunden casi tan
despacio como cuando estás a la orilla del mar, con el agua salada horadando la
arena bajo tus pies. Tan lento y sutil como placentero. De manera que por más
que llegara a notarlo, a nadie más le podría importar. Nadie ni remotamente podría
creer en la posibilidad de que estando parado ahí en la orilla, llegaría en
algún momento a sumergirme por completo bajo la arena.
El hecho es que como
posibilidad, estos límites se constituyen más desde esfuerzos de comprensión realizados
en otros espacios de análisis, que desde esa sensación de plantas hundidas en
arena desplazada por agua de mar. Es posible por supuesto alguna crítica sincera
hacia esta postura. Teniendo los pies secos y enzapatados. También se hace
comprensible cierta actitud enérgicamente escéptica al respecto. Aunque
obviamente no me interese este tipo de conductas, que suelen por lo general
referir a incapacidades ajenas. Pero como pasa el tiempo, y tarda tanto en
subir la marea, y hay quién no tolera tanto sol, he pensado que es bueno que
conversemos.
Podría comenzar por ejemplo
tratando de explicar que la danza contemporánea es una tradición. Pero existen
tantas nociones en torno a lo que es un bailarín de danza contemporánea, que
realmente podría terminar oscureciendo todo más que aclarando. Tantas hay, como
creadores e iniciados. De hecho hay quienes nos clasifican de acuerdo al tipo
de obra que realizamos o al entrenamiento con el que nos ejercitamos, incluso nos
organizan en torno a nomenclaturas imaginarias que se nos ocurren cuando
generamos algún proceso creativo. Danza-joropo, danza-circo, danza-de-calle,
danza-poesía, danza-de-bares-y-cuentos-de-Kundera, danza-sin-colonizados y así,
algunas aberraciones nominales más. Efectivamente clasificarnos debería ser
también un oficio. Aunque existen claro está, algunas prácticas y hábitos
comunes, los cuales no deseo enumerar en este momento para no acabar aburriendo.
Y por supuesto, una forma ideal de identificación es el reconocimiento mutuo,
que generalmente se da durante la práctica. Pero ese es más difícil de
ejercitar, sobre todo si no posees esa extraña costumbre de ver un poco de
danza contemporánea. Y es que de la misma forma que ocurre con otras membresías,
entre nosotros, comúnmente, solemos reconocernos más allá de nuestros gustos.
Otra cosa es que casi siempre podemos identificar una línea de ascendencia/descendencia
que nos emparenta con otros practicantes cercanos o lejanos, tanto en tiempo
como en espacio. Tenemos nuestras modas, y toda una variedad de estilos que se
reconocen o se repelen entre sí. Y nuestros santos y maestros. Lugares apropiados
para oficiar nuestros encuentros e incluso en muchos casos, la capacidad de
transformar espacios pensados para un uso diferente en lugares para que ocurra
la danza. Para terminar, es de resaltar que nuestras costumbres se transmiten
de forma oral y la convivencia es fundamental.
Posee la danza contemporánea
una forma particular de entender el cuerpo. Existe en ella, una confluencia de
saberes inherente a la cualidad misma de lo contemporáneo en danza. Esto se
encuentra unido estrechamente a la adquisición de información proveniente de
múltiples formas de saber desde el cuerpo. Lo cual propicia que los procesos de
exploración asociados con la creación, tiendan a ser espacios para la
conjugación de dichos saberes, de manera que cada obra puede llegar a ofrecer
una visión particular de lo corporal en función de lo planteado en cada proceso.
Dentro de estas formas lo considerado como netamente de danza contemporánea termina
siendo asociado a otras maneras de entender el cuerpo, y se sigue combinando y curtiendo
con el paso del tiempo a través de la experiencia de la creación.
Las obras no siempre tienen
la misma forma. Esto obedece a esa posibilidad múltiple de cómo se generan los
procesos de creación. No está predeterminada la manera en que se construye una
obra de danza contemporánea. En su mayoría los creadores (término asociado en
principio a los coreógrafos, pero cada vez más extendido al resto de los
practicantes) proponen una metodología inicial que se va perfeccionando con el
paso del tiempo. Esto es a su vez causa y efecto de que lo contemporáneo en
danza vaya asociado a la multiplicidad de formas en que se generan los procesos
y las obras en sí mismas.
Con respecto a qué dicen las
obras, si es más difícil. Primero tendríamos que saber ¿Dónde reside la obra?
En algunos casos, es una combinación compleja de signos que apuntan a los
intereses del creador o los creadores. Muchas veces son la música, el espacio
físico y el vestuario los que terminan definiendo el discurso. Pero para otros
es justamente el cuerpo y su propia expresión la razón de ser de la danza
contemporánea. La posibilidad del cuerpo transmitiendo sus posibilidades.
Comunicándose en niveles que tratan de huir a la construcción de discursos que
sólo terminan por envilecer su capacidad pura de comunión con el otro y con lo
otro. Un sentido poco aprehensible desde la comprensión racional. Elaborando
sus propias ceremonias, sus propios rituales. Tratando de escapar de la prisión
del entendimiento. Liberándose constantemente de la normalización utilitaria.
Cuerpo queriendo ser sensación antes que comprensión. Fuente propia de saber.
Misterio, conocimiento en tránsito. Nada agarrable, ni comprensible, ni
explicable. Sólo perceptible, disfrutable. Por eso, si de verdad quieres saber
que es la danza contemporánea, y ya que estamos conversando, permíteme que te
aconseje que te quites los zapatos. Así, como si estuvieras en la orilla y
sintieras que la arena puede llegar a devorarte. Sin importar cuánto se tarde.
Rafael Nieves
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